miércoles, 22 de agosto de 2012

11ª CARTA : " TUS LIBROS "



Mamá: 
Hoy en el trajinar de la casa, he removido las estanterías de los libros, tus libros, que yacen como tú inertes, silenciosos, a la espera de que alguno pensemos en ti, en ellos y podamos disfrutar de las historias que tu vida y ellos nos cuentan.
Quietos están  tus libros. Aquí se quedaron tus pasatiempos,  con los que te gustaba hacer gimnasia mental. ¿Qué haré con tu suscripción  a Selecciones de Read er’s Digests. ¿Cómo podré hacer balance de todos los libros que has devorado?
 Desde “La araña negra”  de  Vicente Blasco Ibáñez, del que siempre decías que era necesario leer. Fue, según contabas, uno de tus primeros libros importantes, que te dejaron huella .Tú  presumías  de haberlo leído por  primera  vez con doce años, a escondidas durante la  noche  a la luz de un quinqué,  porque  eran los libros que leía tu padre  y sentías curiosidad por ellos.
” La  Barraca”, “Cañas y Barro”, y otras  llegarían después. Aquellos libros se convirtieron para ti en la única escapatoria de  aquellas estaciones a donde  la guerra os obligo  a marchar. Tuviste que dejar  atrás tu Granada natal, tu colegio mixto, al que asistías con tu hermano, con una pedagogía basada en “La Institución Libre de Enseñanza”, donde eras la primera de la clase y a  la que ponían a leer cuando llegaba la inspección.  La que,  con recelo contabas,  que la guerra te obligo a ser autodidacta  ayudada de  la humilde biblioteca del abuelo, a la que sin saber cómo iban llegando libros, a cambio de  hogazas de pan del que hacíais en el horno de piedra que él construyó  o de alguna que otra arroba de vino que él se encargaba de “aligerar” de peso de los barriles que llegaban en los trenes a la estación. Pudiste leer a los clásicos. Contabas con detalle, al igual que tu padre, nuestro abuelo Aurelio, algunos de las aventuras de  Don Quijote o del  Lazarillo de Tormes. Fue  mi primer contacto con la literatura. Me recuerdo embobada en el abuelo, escuchando como contaba con mucha gracia la picaresca del Lazarillo, o  de Sancho Panza.
 “Los Miserables” de Víctor Hugo, “Los hermanos Karamazov “, “Crimen y castigo” de Dostoievski.
 “Los Episodios Nacionales”, Fortunata y Jacinta”, “El abuelo”, “Marianela” todos de Benito Pérez Galdós, uno de tus autores favoritos. “La Regenta” de Clarín,” Luces de Bohemia” de Valle- Inclán,  “La historia de una escalera “de Buero Vallejo. Otros autores de La Generación del 98 :  Unamuno, Jacinto Benavente, Azorín, los hermanos Machado, los hermanos Quintero. Los poetas del  27.  Y después con la ayuda de papá, seguías enterándote de lo que pasaba en el mundo, cultivando vuestro espíritu, sin caer en los brazos de la ignorancia a pesar del aislamiento geográfico y  cultural que la posguerra os obligó a vivir. Definías  esos años duros, pero muy felices.
En estos últimos años de tu vida, han sido tus hijos Aurelio y Gracia  las que te mantenían informada del trasiego político de la actualidad y con los que compartías libros, al igual que con  Dori y Encarnita.  Tu nieto Rogelio ha sido, como el abuelo, quien ha sabido desmenuzártela hasta última hora. Siempre recordaré la marcha de los mineros asturianos en este último mes de Junio, que seguías por tu transistor y a los que no pudiste ver llegar a Madrid, porque te marchaste antes.
Siempre encontrabas tiempo para la lectura. Recuerdo como hablabas de que los momentos más relajados eran cuando leías  dando de mamar o cuando ya todos dormían, a la luz de la chimenea, mientras secabas ropa en aquellos inviernos tan crudos de fuertes nevadas, de la Andalucía oriental,  y escasos recursos. Donde papá y tú  luchasteis para darle formación académica a mis hermanos mayores  teniendo que ir en mercancías a  la escuela, al pueblo más cercano. Recayendo el peso principal  del magisterio en papá, (al que también la maldita guerra, como la llamabas tú, le robo la oportunidad de terminar su carrera de Derecho en Granada) que los preparaba en aritmética, en  geografía, latín o gramática, según fuese necesario.
Libros y más libros, hasta llegar a  los más contemporáneos como  Antonio Gala, Arturo Pérez Reverte, Alberto Vázquez Figueroa, Vargas Llosa, Almudena Grandes, Maruja Torres, Lucía Echevarría, Ángeles  Caso. …..También  todos los premios  Planeta.
Te atreviste también con los Best sellers .  El suspense de, M. Higgins, Agatha Christie o Victoria Holt, entre otros.

Títulos y más títulos, imposible de recordar en una trayectoria tan larga de vida como lectora: “El Rabino”, “Matar a un ruiseñor”, “Por quien doblas las campanas?”  “La madre”, “Tomates verdes fritos”,  “La  Catedral del mar”, “Los pilares de la Tierra”,” Entre costuras “de María Dueñas,  la última que leímos el verano pasado en la tranquilidad de la playa  ¿recuerdas?, que recibiste en agradecimiento por haber participado en las jornadas del día de la mujer trabajadora y que te dedicaron con tanto cariño.…..y un larguísimo etcétera.
Leías todo  aquello  que caía en tus manos, aunque eras muy crítica y a pesar de que no te gustara sentías el deber de terminarlo.
Eras insaciable, no eras capaz de parar ante una aventura literaria nueva para ti, incluso releías aquellos que más te habían gustado, años después. Mientras  tú eras capaz de contar su argumento, por mucho tiempo que hubiese pasado, yo siempre acudía a ti para refrescar la memoria  de algún libro leído en el pasado. 



Aún recuerdo los primeros libros que me compraste, ya de lectura más seria, después de abrirnos el gusanillo con “Las aventuras de los cinco”, “Mujercitas”, “Ana la de Tejas Verdes” o “Corazón” de Edmundo de Amicis y otros. Así como todos los de Julio Verne y  Ana Mª Matute. “Un árbol crece en Brooklyn”  de Betty  Smith o  “El otro árbol de Guernica”, de Luis de Castresana, entre otros muchos, marcaron mi adolescencia.
El último regalo tuvo el honor de traértelo tu hijo Aurelio, en Mayo para el día de la madre, titulado “La madre” de M. Gorki,  en la dedicatoria ponía, presagiando  quizás tu final :  “A mi madre. Por su dilatada vida al servicio de los demás. Con todo mi cariño, tu hijo Aurelio”. No pudiste cerrarlo hasta terminarlo con las claras del día. Ten encontré aquella mañana sentada en la terraza, dormida ya con el libro en tu regazo. Por  tus mejillas sonrosadas  habían corrido lágrimas. Nunca sabré si de añoranza, de nostalgia, de tristeza, …..??.


Me queda a mí también la tarea de seguir creando la necesidad de poner un libro en nuestras vidas, como tú hacías. Volverás a la vida cada vez que  uno de ellos sea abierto para ser leído.
Gracias mamá por crearnos esta necesidad, con ellos nos diste la oportunidad de descubrir el placer de la lectura. De aprender, imaginarnos, evadirnos, soñar….De conocer culturas, personajes, paisajes. Pero sobre todo, de  conocer, valorar y contrastar opiniones para poder así forjar las nuestras.
No quiero reiterarme, quiero hacerte justicia, recordándote. Esta casa, por siempre tuya, te echa de menos.



2 comentarios: