martes, 2 de julio de 2013

CARTA 25 : " PRIMER ANIVERSARIO"

Mamá:

En estos días próximos al aniversario de tu marcha, sin dejar de pensar en ti, ando atareada en mi final de curso, como estas fechas nos exigen: últimas tutorías, evaluaciones, notas, ensayos, disfraces… que siempre han sido la antesala del merecido descanso estival. Me faltan las fuerzas, la ilusión  y la energía para afrontar los días que me traen tan fuertemente tu recuerdo, día a día, hora a hora, minuto a minuto.

Has faltado a la cita este año, por  primera vez en toda mi trayectoria profesional, donde disfrutabas de tus nietos primero y de Julia  y tus biznietas después,  y de mí en mi labor docente.
 Qué largo se me ha hecho el paseíllo con mis alumnos este año, sin encontrar entre el público tu mirada, tu saludo, tu sonrisa de aprobación. 
Pero te he sentido en el atardecer festivo, en la brisa que nos trae el cambio de las mareas que suavizan la temperatura, a la caída de la tarde. En los destellos del sol que nos deslumbra  resaltando el colorido de los trajes multicolores. 
Te he oído en el bullicio  de la gente que busca a sus pequeñajos en cada actuación. En el murmullo de la tómbola, en los regalos. 
Te he visto en la noche estrellada. En las sonrisas de Rocío, Ángela. En Celia y Paula, tus biznietas más pequeñas, que se estrenaban en su actuación como colegialas.  En la precoz adolescencia de Julia, emocionada, dándolo todo, aunque con rubor  y con vergüenza.  
En cada uno de los saludos afectuosos de padres, compañeros y amigos. 
Allí estabas también en mi pensamiento, en mi corazón, en mi alma.

Recuerdo  cómo, ha hecho ahora un año, que después de tu siesta y de prepararte para que te lleváramos al colegio en esta tarde de fiesta de final de curso, empezaste a no encontrarte bien y dudabas entre ir o que te lleváramos a urgencias. Me fui al colegio muy preocupada y con la duda, pues yo tenía que estar antes para recibir a los alumnos y tú no te decidías en lo que querías hacer. Te quedaste  a cargo de Laura y Carlos, con la idea de que te echara un vistazo el médico. Cuál fue mi sorpresa  y mi tranquilidad al salir a la pista y verte sentada en tu sillita, entre los familiares y padres de los niños. Luego nos  comentaste que no te encontrabas muy bien, pero que preferías, si tenías que morirte, hacerlo disfrutando entre los escolares que no en una sala de urgencias. Nos reímos muchísimo y nunca imaginamos que estaba realmente tan próximo tu final. Duraste poco más de una semana, sin queja, sin darnos preocupaciones, sin alterar nuestra rutina….
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Ha sido tan distinto, tan distante, tan hueco, tan vacío este final de curso. No estabas para que Julia te trajera presurosa sus buenas notas y celebrarlo. Para gozar con los éxitos académicos de Gracita y Rogelio. Para preparar con ilusión nuestra marcha de vacaciones, a la que este año tampoco acudiremos a su cita. Para sentarnos al fresco en las primeras noches calurosas, mientras Laura nos repartía ese helado tan merecido al final de la jornada, como único extra  veraniego. Para contemplar la luna juntas, para dormir fresquita la siesta, para tenernos apunto el agua fresca……..

 En estos últimos años, por estas fechas, ya ibas preparando tu equipaje con impaciencia y guardando en tus hatillos, todo aquello que considerabas imprescindible y necesario, como si al fin del mundo nos marcháramos, con la ilusión de una chiquilla en sus primeros días de vacaciones. No te importaban las incomodidades o la distancia. Tu deseo era ver el mar, plácido, sereno. Oír su vaivén,  sentir su brisa. Desconectar de nuestras rutinas, en familia. No éramos capaces de disfrutar solos y acogíamos y compartíamos con todos el espacio que tuviéramos  y  nuestra mesa. Con aquellos  que siempre compartieron  y  con los que a pesar de tener más que nosotros, poseían un espíritu  incapaces de ser felices compartiendo, pero dispuestos a  disfrutar con lo nuestro, que aunque humilde, tenía la juventud y las ganas de reír y de gozar de cada uno de los momentos.
 Julia solo ha conocido estos veranos de bienestar y es a la que quizás se le haga más extraño estos días, lejos del mar y sin ti.
 Han sido breves mamá, pero intensos. Benditos veranos que fuimos capaces de disfrutar juntos, en armonía. Me alegro tanto de que hiciésemos el esfuerzo, para disfrute tuyo y de todos.

No volverán tus deseos de preparar equipajes como aquellos. 
No volveré a verte asomada a la terraza con tu paño de cocina como bandera indicadora de que el arroz estaba listo de ser servido, mientras te observábamos alegres, saludándote desde el agua. 
No volveré  a verte sentada con mi hijo en vuestro ritual diario de compartir  la tapita de queso que tan amorosamente te preparaba y la Coca-Cola, tras su baño en el  mar, mientras ojeabais las noticias de la prensa de última hora, que tanto te gustaba que te desmenuzara, como hacías con tu padre o con papá. 
No volveremos tampoco a  verte   arrastrando tu carrito hasta la orilla, salvando la arena, sentándote exhausta,  mientras todos tus nietos  a tu alrededor te daban su mano para sumergirte en el agua, cual bautizo    cristiano en el rio Jordán, purificándote de tus males, como así creías.
No volverán  Enrique y Alicia a correr para que no se les derritieran los helados y compartirlos, sentados en la terraza de cristal todos juntos. 
Nunca más volverán esos momentos mágicos, mientras el resto de la playa ya dormía, donde nosotras contemplábamos aquellas puestas maravillosas de la luna en el mar. Ni las mañanas divisando los barcos en el horizonte, mientras desayunábamos, bajo el sonido de las gaviotas.
Que no daría yo por volver a vernos a todos alrededor de tu mesa, en torno a ti, mirando al mar desde aquellos lugares  humildes pero privilegiados, disfrutando de las noches veraniegas en familia.


 La llegada del verano tan esperado para nosotros, enturbiarán para siempre ese deseo vacacional, trayéndome a mi memoria  el escalofrío del recuerdo de tu marcha. 
Cuando ya creí que empezaba a superar tu duelo, se acercan  aquellos días de infierno de los que ninguno nos hemos podido aún olvidar y repasamos palmo a palmo aquellas últimas horas contigo, que aún nos hace sentir el pellizco en el estómago y el nudo en la garganta, por más que hemos intentado quedarnos solo con los  momentos vividos junto a ti.
Aún no me creo que hayamos sobrevivido un año entero sin ti, sin tu presencia física, sin tu voz, sin tu mandato, sin tus consejos, sin tu calor......

 Este es el fin de estas cartas, hacerte partícipe de nuestras vivencias, de nuestro día a día, de nuestro devenir, de nuestros proyectos,  de nuestros cambios, para mantenerte como siempre he querido, VIVA en nuestra memoria y poder superar con ellas el dolor de tu pérdida imposible de compartir con nadie. Ni con los que no tengo el derecho de privarles de su  alegría de vivir por su juventud y ni con quien con su salud y sus "circunstancias "ya tiene bastante. Contarte las cosas que nos van aconteciendo aunque no sean gratas y  que por ello no quieran  cortar sin piedad, este cordón umbilical que ahora me une a ti, como aquel que me alimentó dentro de ti,  al principio de mi existencia. Nadie puede quitarme el derecho de hacer tu duelo, así como lo siento, como lo deseo, como lo quiero....

Que Dios me de fuerzas para poder salvar la pesadilla de  este tiempo oscuro, sin sol  y sin estrellas, donde tu presencia y recuerdos lo envuelven todo. Cargando con el peso de la traición,que no nos corresponde, cada vez más pesada. A los que no podemos ponerle nombre, pero que cada día piden un precio más alto.
Se nos hace así muy dura la cuesta arriba de nuestro día a día. Cuando nuestro único deseo es sencillamente estar juntos, bien de salud y poder llegar a fin de mes, disfrutando de las sensaciones y emociones que para nosotros tiene  la vida.
 A Dios y a ti encomiendo nuestro futuro incierto deseosa de ver la luz  y alcanzarla para gloria de todos, los que aún estamos,  los que ya os marchasteis y los que quedan  aún por venir. 
Te quiero más que nunca  mamá.


domingo, 31 de marzo de 2013

CARTA 23 : " PARA MI HERMANO, MI JORGE"



Ocho años ya y silencio. Silencio....., silencio......, silencio....... Tu muerte sigue envuelta en silencios y hoy quiero hablarte y decirte que sigues existiendo en mi corazón.
 De niña me dabas calor  en las noches de invierno , bajo aquellas mantas de lana envejecidas por los años, cuando yo, la más benjamina , elegía con quien dormir cada noche, pues llegué a este mundo ya hecho el cupo de las camas en esta casa.  Tú me dabas tu sitio y me acurrucabas. Compartías lo que tuvieras, aunque no fuera tuyo, siempre fuiste muy espléndido. Eras la sombra  de Aurelio, en el que siempre te respaldabas y el que siempre te sacabas de todos tus entuertos, incluso ya de mayor intercedía por ti, aunque en ello él también perdiera. Eras pulcro y escrupuloso hasta el extremo, como buen García. Y extremista también en tu carácter.  Siempre pasabas de un extremo a otro con facilidad. Hoy serías  considerado un niño con  trastorno de conducta grave, pero eran otros tiempos y todo se arreglaba con castigos y más castigos. Fuiste siempre la contradicción , estaba en ti los dos lados del ser humano.
Mamá  siempre lo achacó al accidente que tuviste con 7 años, en Doña María de Ocaña, donde papá estaba de Jefe de Estación y donde nació Graci. Te caíste desde una altura considerable de 2.20 metros al sótano de la estación. Según contaba mamá, el sótano tenía una escotilla que daba a la calle,y la puerta estaba abierta, porque estaba  blanqueándolo y tú que jugabas  en la calle,reculando tropezaste con el marco de la compuerta que estaba instalada a nivel del suelo y caíste de cabeza y de espaldas, perdiendo el conocimiento durante unos 15 o 20 minutos aproximadamente. Juan recuerda que alguien gritaba pidiendo agua para reanimarte y él con el nerviosismo cogió la jarra del café que estaba lleno de zurrapas y los puso a todos llenos de zurrapas de café y agua turbia . Mamá te metió los dedos para que no te tragaras la lengua y que pudieras respirar, salvándote así la vida .Gracias al hijo del cantinero de la estación, que tenía hecho cursos de socorrismo, consiguió que volvieras en sí. Después te  llevaron al Hospital de Almería,donde estuviste en observación. Pasados unos días apareció un derrame por toda la cabeza y se te hinchó ésta,no hubo herida externa, lo cual fue peor . Tuviste que seguir tratamiento para el derrame y la inflamación y se te cayó todo el pelo.Mamá recordaba aquellos meses como los peores de su vida , hasta que volvió a brotarte el pelo en  la cabeza. Aquellos rizos rubios,como mamá describía , como un milagro divino y que  hoy en día,  las tías  Mari y Encarnita, sus hermanas, ratifican. Nuestras tías  el legado de memoria que nos queda  ya en esta familia, junto a nuestro hermano Juan.
 Fuiste generoso, a pesar de ser un "mani roto", cogías con una mano y dabas con la otra. Tu genio, que no controlabas, con el tiempo se convirtió en un estilo de vida para ti. No se por qué tu inconformismo con la vida, que no te trató mal. Todo te parecía  poco y te arriesgabas a conseguir más, involucrando en tus aventuras a los que tenias a tu alrededor, que al final generaban , desavenencias y malestares.
 Buceo en mis recuerdos de la infancia y desde siempre fuiste motivo de disgusto y de tropiezos  para papá y mamá, para Aurelio, para Mary, tu Mariquilla...... A pesar de todo, en mi corazón hay gratitud para ti, siempre la hubo. Nunca comprendí porque la vida te trato así y tú a ella. Le plantaste cara a la muerte, la miraste de frente  y a gritos y sin temor, la retaste......y ganó ella.

Fuiste , un niño ruidoso , un adolescente rebelde  un joven inconformista y un adulto insensato. Y detrás de todo eso, había un hombre enfermo de orgullo, orgulloso de su familia, de papá, de Juan  y de Aurelio, de mamá y de Dori, tu hermana a la que le diste compañía y amistad cuando más la necesitó y  la que luchó por tí hasta el final . En ella delegamos todos nuestro cariño y dolor por ti, con ella, con sus cuidados. En sus manos, estaban las manos de todos.

Hoy 23 de marzo , hace ya 8 años que la vida se te apagó y se  llevó definitivamente los últimos ápices de  mi niñez, envuelta en dolor e impotencia, sin comprender porque ocurren las cosas. Trayéndome de nuevo el dolor de la pérdida de un ser querido.
Era miércoles santo, de una semana mayor lluviosa y triste como tu historia, por el llanto que causaste y por el trágico final que elegiste . El destino te llevaba, como preveíamos y no pudimos hacer nada por evitarlo. En Jueves Santo tuvimos la desdicha de llevarte a tu última morada. Ocho años que tu alma divaga por la ria onubense. Elegiste un lugar  donde en tiempos pasados fuimos felices,  tiempos  de inocencia para mi y de bienestar para todos los que formábamos esta gran familia. Por mi mente sonaban los acordes de los  canta-autores que descubrí contigo en los años de la transición. En la que te involucraste, como si fuera solo tu causa, llevándoles como siempre , la contra a todos.
Sigues allí aguardando a que otras almas te perdonen . Yo nunca tuve nada que reprocharte, quizás que anduve muy ocupada con mi vida y no me paré a escuchar a tu alma bohemia y soñadora que no terminaba de aterrizar en esta vida material  y mundana. Tus sueños fueron sueños imposibles. ¿Ese fue tu pecado?. Viajabas  en un barco que te llevó a la deriva  mientras los tuyos saltaron por la borda para no irse a pique contigo y arrastraste en el remolino  a los que te tendían una mano para no verte desaparecer tras el oleaje. Soñaste, amaste, causaste dolor , todo tan intensamente, que fue mucho el daño que hiciste, que te hiciste.

Ya hubo tiempo para dejar atrás  los malestares que causaste y te causaste.  En mi alma siempre habrá un resquicio de luz y de nostalgia por ti, hermano. Tu muerte no fue en vano, aprendí con ella a amar más a la vida y a la familia. Aprendí a luchar con uñas y dientes por lo que tengo. Nada es gratuito, todo hay que ganárselo a pulso, con esfuerzo y constancia  Aprendí a que hay que pasar por  esta vida dejando huella positiva,  ser más tolerante, valorar el respeto, intentar escuchar siempre la otra versión, aunque me cuesta y a saber que nadie posee la verdad absoluta. A ser consecuente con nuestros ideales, a saber perdonar, aunque no olvide .....ya ves, la vida solo se vive una vez, sería tan fácil solo ser feliz.....

... Tu huella dejó en mi algo, un soplo de recuerdos que me eriza la piel.....la risa abierta  , un impulso, un momento,una anécdota.... Tu espíritu está más presente que nunca en una canción de Carlos Cano, el que pone la música a tus recuerdos, o en la que ondea verde y blanca y verde, cada 28 de febrero. Te quedaste para mi en ese tiempo de canta-autores , mítines y manifestaciones, enarbolando banderas y revindicando libertades para otros, mientras tú te ofrecías como ofrenda, exclavo para siempre, al dios Baco ...
No seré yo la que te juzgue, no es mi intención, solo quiero pensar en ti y devolverte tu dignidad recordándote, dándote tu sitio en esta familia a la que perteneces, pensar en ti para que sigas existiendo,  para que esta familia permanezca siempre unida, pues mamá  se nos fue exigiéndonos este deseo. Quiero pensar  que  se encontrará contigo, cuando tu ya estés listo para su encuentro y quiero yo encender una luz que te guié hacia ella.Tendrás que estar allí  con todos nosotros, el día que todos nos reencontremos.

CARTA 22: " SIGUES AQUÍ "


Mamá :
Estoy aquí mamá, ¿me oyes ?. No me he ido. Solo llegó el silencio a mi pensamiento, que anda ocupado en otros menesteres mundanos sin dar a basto en este trajín que es la vida, enmudeciendo mi pluma, sin apenas tiempo de cumplir con todas y cada una de las obligaciones que ya tenia, más las que me dejaste . .....Sin embargo te tengo presente a diario, a cada minuto, a cada segundo, a cada instante.
Por primera vez no se que contarte, ¿ te lo conté ya todo?. Nada nuevo nos ha sucedido, todo está como lo dejaste, bueno no, parece que todo se derrumba de pronto. La casa se despereza y hace aguas, tras este duro invierno, esperando el milagro de una buena mano de pintura y otras reparaciones, cuando el sol caliente y los días nos den tregua. Parece que esperó pasar a ser nuestra para envejecer de golpe, como si ella también nos abandonara.
No nos faltan preocupaciones ni contratiempos, que enturbian este trascurrir de la vida, que se hizo con más  tropiezos que glorias, para muchos de los que pasamos por ella. Y cuesta y duelen, sobre todo cuando no te dan tregua. Y a la vez te resignas y descubres el egoísmo de tu dolor, comparado con otros aún mayores. Para mi  no hubo mayor dolor  que el de  despertarme un día y descubrir que nada, ni nadie  es para siempre.
Se plantó febrero sin que soplara Hugo sus dos pequeñas velas, pero sano y hermoso como un príncipe va creciendo para alegría de todos,como el resto de tus biznietos, que ponen la alegría y la cara del futuro de esta familia.
 Mari Tere y Alfonso, sin pensarlo, disfrutan ya de una casita preciosa que el destino les tenia preparada sin avisarlos. Tú estarías contenta de verlos felices   con su  verdadero hogar, donde solo falta  un eco infantil de llanto y de  risa.
Tu nieto, mi hijo, cumple su promesa y le sigue sacando el jugo a su tiempo. Seguirías orgullosa, más orgullosa aún.
 Y llegó sin avisarnos marzo, trayéndonos también los cumpleaños de tus dos nietas más pequeñas . Hermosos, maduros y templados 22 años cumplió Gracita y  juguetones, perezosos e infantiles 11 años  cumplió Julia. Siempre llevaste mal la cuenta de los años que cumplían tus nietos mayores, los dejabas eternamente  en los treinta y pocos y  para ti Elenita siempre seguirá cumpliendo los  40 . Atrás, en enero, quedaron las 28 y 27 primaveras recién cumplidas de Laura y Alicia. Benditas edades que no merecen tristezas ni soledades.Solo triunfos y bienestares, como era nuestro deseo. Pero no pudiste allanarles más el camino y ahora tendrán que hacer camino ellas solas, de la mano de tu recuerdos y de tu enseñanzas. Yo estaré orgullosa de verlas pasar, como lo estarías también tú. Aquí me tiene la vida, esperando esos dulces momentos, que sueño que me guarda, para compartirlos contigo como siempre hemos hecho.

 Pasa el tiempo deprisa para todos. Para ti se paró  y ahora corre hacia atrás en nuestro pensamiento.... Ahora tu tiempo ya es eterno, eterno, eterno, eternooo,......
Sin pena ni gloria, pasan los días. Apretados de faenas y quehaceres, melancólicos de recuerdos de tiempos mejores que ya van quedando atrás, nítidos, distantes.....Apretados, apretados,apretados . Como una piña, compartiendo el pan que nos comemos, las risas, los llantos, las alegrias, las buenas y las malas noticias.
Tú sigues estando ahí en la cocina, dejada de caer de su poyete, mientras meriendas alguna fruta para poder tragarte ese aceite que te moverá la tripa,( maldita tripa que te llevó al final) o mientras pelas patatas para darnos de cenar a todos.Arrastras aún tu carro, con paños limpios doblados para guardar en la cocina, o con tu  vasito de agua fresca o con  tus cientos y una tilas. Se oyen tus trajines de cazuelas y el olor de tu ropa bien lavada. Se escucha el eco de tu voz reclamando papel desde el baño, donde nunca estaba a tu mano, el maldito. Sigues oyendo la copla mientras dormitas. Estás en la voz que ahora contesta   al  teléfono. Te manifiestas  en las palabras y la frases :" arriba muchachas ", " " vamos, vamos, vamos" " ya te lo advertí " lechugueta" " por los clavos de cristo"  "ufffff aquí huele a patas" " estoy solita como la una" " de eso, ni hablar, no hemos hablao" " esto no está curioso " " los hombres no entran en este Water" " Muchachos, ale!! que ya es hora" "Id despejando la mesa, que ahora coman los demás" " Niñas, ponedle a los hombres primero" " Esa lavadora hace una hora que ha terminado",  " ¿nadie se mueve? no tenéis sangre!!.......A veces no acierto a ver tu rostro o a recordar tu voz y otras te veo clara y trasparente, como ayer, como hace nada.......ya nueve meses , todo un embarazo de dolor y soledades, que parirá un puñado de recuerdos y de añoranzas, pero como el niño que nace, mirará de frente al futuro y se abrirá paso , para así como tú, intentar dejar huella.....Ahora recuerdo palmo a palmo tu piel, la  expresión de tus ojos, tus gestos, tus manos  y tu voz.
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Aquí sigo, peleándome con estos pensamientos que me hacen entender ahora la vida de otra manera. Repitiéndome  erre que erre. Saltando obstáculos en esta carrera de fondo, a la que no quiero verle aún el fin y de la que no a cierto a divisar la meta.
¿ Mamá, me oyes?....siempre seguiré estando aquí, mientras pueda.

viernes, 18 de enero de 2013

CARTA 21: " TU CASA"


Mamá:
Hoy día 28 de diciembre de 2012, día de los santos inocentes, han quedado cerrados  los trámites de la casa. Posiblemente no sea el mejor día para reflexionar sobre ello, pues aún me escuecen las heridas que he tenido que soportar al pasar por este calvario burocrático  y emocional que me llevan a ser dueña y señora de esta que siempre, mientras yo viva, será tu casa.
Recuerdo lo que este asunto te preocupaba y te inquietaba, sobre todo en estos últimos años, teniendo la idea fija de hacerme poseedora de ella, sin importarte lo que la ley establecía y queriendo imponer tu propia justicia.

A mí me resultaba muy lejano aún la llegada de este día e intentaba restarle importancia, pensando, ilusa de mí, que cuando llegara el momento dispondría de bienestar y holgura económica para repartir a mis hermanos lo que establece la ley, a pesar de que tú te empecinabas en decir  que no era esa la justicia. Ese futuro estaba más próximo de lo que todos esperábamos y hoy he vivido ese día que tantas veces habías imaginado y que como adivina  que eras acertaste en todo o en casi todo.
 Quédate tranquila, pues  tus hijos no faltaron a la promesa que te hicieron en tu lecho de muerte, aunque tu nieta Almudena, de la que tan orgullosa estabas, por haber sabido ser una persona de provecho a pesar de todas las adversidades que le toco vivir,  no se ha sentido inmersa en esta unión familiar que siempre nos inculcaste y  le ha pesado la sangre que corre por sus venas, reprochándome que no repartiste equilibradamente tu cariño, sin saber ella que fue una lucha tuya  imposible de ganar y que hiciste más el  bien manteniéndote a distancia que inmiscuyéndote en una batalla que no era la tuya. Ella necesita conocer su historia familiar paterna para poder así  juzgar con más objetividad a ésta, aunque ella reniegue, la que siempre será su familia.

No te preocupes por nosotros, pues a pesar de todo las dificultades económicas que se nos han venido encima y lo que tu testamento nos ha supuesto, saldremos adelante con la ayuda económica  de Alicia, que cumple a rajatabla la promesa que te hizo, con la voluntad de Laura y Rogelio  que comparte también lo poco que ahora tienen, con la ilusión y ganas de vivir de Gracita  y Julia, con el apoyo moral de mi primogénita y de  tus hijas, mis hermanas Dori, Encarnita y Graci, así  como el de tus Ávilas, Rodriguez y Garcías, tu hermana Mari  y sus hijos Aurelio y Encarnita,  el apoyo incondicional con el que siempre contaste de tus Aurelios, padre e hijo, este último me  ha asesorado en los trámites burocráticos necesarios para dar formalidad  al cambio de nombre de esta tu casa, de la misma forma que te asesoró a ti cuando decidiste hacer tu testamento, libre y ecuánimemente y por supuesto cuento  con la ayuda de Dios.
Saldremos adelante, aunque ahora la casa me pese sobre los hombros, con todo lo que lleva dentro. Tu ausencia, nuestro bienestar y el dolor que me ha producido saber quiénes no  han estado a nuestro lado, en estos momentos de incertidumbres, es el precio que he tenido que pagar por ella.


No sabrás mamá, que este capítulo ha sido el peor que he vivido desde tu marcha, pues tenía que enfrentarme a lo material y mundano de la “herencia”.

Siempre te sentiste dueña y señora de lo tuyo, que te ganaste con tu esfuerzo y buena administración  y de  lo que no tuviste que rendirle cuentas a nadie,  ya viuda.

Hasta entonces, papá pagaba los recibos de la casa, construida por el sindicato vertical del franquismo en el año 1954, al estilo de las que se han construido hasta ahora,  de protección oficial. Desde Mayo de 1958 que llegasteis a La Palma  hasta agosto del 1974 que murió papá, fueron 16 años que pagasteis vuestra renta, con derecho en un futuro a que la casa fuera vuestra, circunstancia que no fue posible hasta el año 1987, 13 años después de quedarte viuda, en los que ya adquiriste esta casa en propiedad, solo y exclusivamente a tu nombre ya que por desgracia papá ya no vivía.


Cada uno  de mis hermanos se fueron  marchando, Juan, Aurelio, Dori  y Encarnita, antes de la muerte de papá, Jorge con su mal sino, se casó a la semana de enterrar a papá, ya que lo tenía todo previsto con la intención de marcharse con su mujer al País Vasco, donde mi hermano Aurelio que estaba allí destinado, le encontró trabajo. Mi hermana Encarnita con  su José Carlos recién nacido, ya que Carlos tendría   que cumplir el servicio militar, que aún no había hecho. Gracia, estudiante de magisterio en aquellas fechas  y  yo recién terminado mi colegio,    nos quedamos solitas contigo, al calor de Dori y de Aurelio, que a pesar de la distancia, pues en aquel entonces vivía en Bilbao, tomo el papel de hermano mayor o de “hombre de la casa”, figura importantísima para ti. Nos asesoraba y siempre era tu paño de lágrimas, cuando tenías  algún asunto que resolver. Nos dio cabida en su casa a ti y a mí aquel verano fatídico, hasta que pudiste arreglar tus papeles como viuda y empezar a cobrar tu pensión, lo que tardó unos meses. Mientras Graci se buscó como “financiar” su carrera, quedándose  en casa de la familia Guijarro,  y Encarnita y su niño se quedaron al calor de los suegros José y María, ambos bellísimas personas, que siempre velaron por el bienestar de sus nietos, hasta los últimos días de sus vidas, siendo para mi hermana como sus segundos padres y a los que cuido hasta el final como una hija.


Tu nuevo estado civil nos cambió la vida cien por cien. Las ilusiones tuyas y de papá se rompieron, pues aquel proyecto de mejora de nuestra casa, hacia evidente que teníais proyectos de futuro. Pero la vida no dejo a papá disfrutarla y para ti supuso un obstáculo aún mayor en tu viudedad, por desgracia, recién adquirida, pues nos cogió con la casa con la obra que hicisteis a pocos días de terminar (la segunda de muchas otras que vendrían después, ya que lo primero que arreglaste fue la cocina y el baño, que con los años necesitó otros arreglos posteriores) y el préstamo que pedisteis para ello. Habiendo  que amueblar todo lo que habías construido nuevo, para mejorar y ampliar la casa, dándole calidad a la vivienda. Pero esto  último, amueblar lo recién construido, tardo algún tiempo en llegar pues ya no contabas con la paga de papá. Mi hermana Gracia, que supo organizar su vida muy rápido y muy bien, sin perder el tiempo en quejarse de nuestro mal sino, termino su magisterio y aprobó las oposiciones a la primera y  con su primera paga extraordinaria como maestra, la amuebló. Aún recuerdo como nos fuimos las dos a escoger los muebles, para darte a ti esa sorpresa. Que orgullosa te sentías de tu hija y cómo presumías de ella ¿recuerdas aquella butaca de flores que te compró?, siempre decías que nunca tuviste una tan cómoda como aquella. La  mesa de comedor, que tantos años ha presidido nuestro salón, las sillas, el mueble del teléfono, el mueblecito estilo inglés que tantos años hemos tenido bajo la escalera, el espejo redondo de las rosas compañero al paragüero, esto último aún lo conservamos en casa. Gracias a su ayuda también alicatamos toda la casa, dándole fortaleza a las paredes que tenían bastante humedad, sobretodo en la parte más antigua. Por eso cuando mis hijas te decían que ya se veían antiguos los azulejos  y que habría que renovarlos para darle otro estilo a la casa, te ponías muy nerviosa  y realmente te enfadabas mucho, pues siempre recordabas  el trabajito que había costado hacerlo. Mi hermana Encarnita te ayudó  a picar las paredes, para que el presupuesto que había hecho el albañil, no sobrepasara del dinero con el que contábamos, 60.000 pesetas que Graci te dio de la beca que le dieron en su último año de carrera. Nunca le temiste a nada y allí estabais las dos antes de que llegara el albañil, casi de madrugada,  picando paredes. En las faenas de pintura y reparaciones de electricidad  y otros menesteres, por mucho tiempo nos ayudaron Encarnita y Carlos, hasta que años después ya cogimos el relevo Rogelio y yo cuando nos casamos. Aunque la ayuda de Carlos ha perdurado, ya que era nuestro “manitas” oficial.


Dori  y Pepe, compartían  con nosotros los fines de semana y las vacaciones, al igual que Encarnita y Carlos que poco después pudieron organizar su vida en Huelva, aunque con los años volvieron  a  La Palma  ya con su casa propia. Siempre estábamos juntas, ayudándonos en todo lo que podían. Dori  fue nuestra modista en muchas ocasiones, sobre todo para ti a la que siempre  regalaba  buenas telas para los trajes de bodas y acontecimientos familiares, o buenas prendas de abrigo, complementos….nunca te falto un detalle suyo. A mí me ha ayudado siempre como tu bien sabes, en lo que ella podía, he tenido buenos abrigos gracias a ella y nunca olvidaré la ayuda que me prestó en mi intento de aprobar oposiciones, que a la larga me sirvió como formación complementaria que me ayudaron a encontrar empleo. Tu les ayudabas también, principalmente a Encarnita,  junto con los padres de Carlos,   ya  que en los años posteriores les tocó vivir momentos más difíciles y pronto se encontraron  con una buena carga familiar. Ella, siempre fue tu ojito derecho de las niñas y os compenetrabais muy bien, pues mi hermana siempre fue muy noble y compañera tuya. Ella también se dejó la piel con su esfuerzo y trabajo, mientras vivió en esta casa.

Los fines de semana  y en vacaciones se nos llenaba  la casa de jolgorio y alegría con tus nietos a los que siempre les diste cabida, pues siempre dijiste que tus nietos era la única herencia que papá te dejó. A pesar del gasto y el trabajo que suponía para ti, nunca te peso pues era la forma de mantenernos unidos. Todos tus nietos tenían cabida en tu casa. Recordabas con nostalgia a tu hijo Jorge, que no fallaba un domingo con Mari y los niños. Hasta que por circunstancias de la vida, en las que tú no tenías parte, se fueron alejando de nosotros y así de tus dos nietos. Ya de mayores la tía Dori, por más proximidad a ellos, que lucho en tu nombre para darles el lugar que les correspondía en esta familia,  hizo que de alguna forma los disfrutáramos para el  Rocío,   bodas u otros  eventos familiares. El precio que tenías que pagar era el de no poder invitar a tu hijo para así no provocar situaciones desagradables o tirantes, que estropearan el evento, considerando que tus nietos no eran culpables de esa situación,  anteponiéndolos a  tu hijo.




Como te quejabas tener tan lejos a Juan, que poco pudimos disfrutar de sus hijos  por la distancia. Te volvías loca cuando venían a pasar las vacaciones de verano a casa, antes de que tuvieran apartamento en la playa, pues tu hijo Juan era tu primogénito y tu ojito derecho de tus varones, como siempre se quejaba Aurelio, que habiendo hecho méritos suficientes, nunca creía él, gozaría de ese privilegio. Sin embargo bregaste mucho con los hijos de tu Aurelio, ya que tuvieron una abuela dispuesta a todo a cualquier hora y para cualquier circunstancia. Con mi hermano Juan no recuerdo haber convivido en casa, pues yo era muy niña cuando ya se marchó a la academia de la RENFE y después cuando termino, se casó inmediatamente marchándose a Madrid, donde ha vivido hasta jubilarse, volviendo de nuevo a Sevilla. Queriendo recuperar los años en la distancia de su tierra y de su familia. Aunque su núcleo familiar tiene ya más peso que nosotros, evidentemente,  él sigue siendo tan familiar, sin olvidar nunca una fecha de cumpleaños o de cualquier otro evento familiar.





Dori compartió con nosotros lo bueno y malo de aquellos y de todos los momentos posteriores de nuestra vida y aún seguimos en ello. Aún no me creo que te hayas ido y   ella se encuentre con su vida a medio resolver a causa de las últimas circunstancias vividas, no se las merecía. Tu desgano final lo achacábamos a esa extremada mala experiencia, que la vida nos tenía reservada y que no le perdonaré nunca jamás al culpable, por hacernos tanto daño a esta familia y sobre todo por restarte felicidad  en tus últimos días. Dori siempre fue mi hermana mayor, con la que me sentía protegida. Aunque su apariencia siempre ha sido de fragilidad, nos ha sorprendido a todos la fortaleza que ahora con los años demuestra, queriéndose parecer a ti en todo, incluso queriendo coger tu relevo como “matriarca” de este clan.


Después de ti es lo que me queda, ellas, mis hermanas que siguen dándome calor y cariño, tratándome aún como la benjamina de la casa a mis 54 años. Lo mismo le pasará a Julia cuando yo me vaya, sus hermanos velaran siempre por ella, la benjamina, eso espero. Comprendo  ahora tu actitud de protección hacia mi persona, hasta el último minuto de tu vida, para ti siempre fui la pequeña. Lo mismo será siempre Julia para mí.






Nadie se preocupó de nosotros cuando papá nos “abandonó” con su repentina muerte, no tuviste derecho a tu duelo, jamás te vi vencida  o derrumbada ante tu dolor. Fuiste capaz no solo de que sobreviviéramos, sino de terminarnos de sacar a delante con calidad de vida y mejorando poquito a poco esta casa con nuestro esfuerzo y dedicación.

Más adelante Rogelio y yo contigo formamos un nuevo núcleo familiar en el año 80, poco después se nos unió el abuelo Aurelio, al quedarse viudo y en pocos meses, para el verano del 81 nació mi hija  Mª Tere.
 Disfrutamos de tu padre durante 11 años, de su buen carácter, de sus “ideas”, de su experiencia y de su cariño. No había un día que no nos acordáramos de él, cuando ya se marchó. Después siguieron llegando los demás miembros de esta unidad familiar. Nunca eligieron los mejores momentos para nacer, pero con tu ayuda y nuestro sacrificio, los sacamos a delante. Con los Pinto Guerra, tu segunda familia, has compartido, sonrisas y lágrimas. Buenos y malos momentos. Siempre decías: “no hay que echar faltas a la calle”, refiriéndote a que nadie tenía que saber de nuestros apuros, estos había que llevarlos con dignidad. Sin embargo pregonabas a los cuatro vientos las mejoras y los éxitos, que siempre exaltabas.
Han sido 32 años de vida en convivencia,  muy felices, con sus  pros  y sus contras. Me resisto a pensar que todo haya terminado, que todo pase ya a formar parte del pasado. Pero más aún me pesa que alguien haya puesto precio a esta casa con  tu marcha, sin tan siquiera conocer su historia y la tuya, la nuestra.  
 Hemos intentado que en tu última etapa disfrutaras y gozaras con la juventud que te rodeaba, de sus logros y triunfos, de sus proyectos de futuro que hacías tuyos, de sus viajes y experiencias, de lo que te hacían partícipe, dándote alegría de vivir. De las vacaciones que siempre te habías merecido y nunca disfrutaste, de tu deseo de contemplar y sentir el mar. De  librarte de responsabilidades que nunca fueron tuyas, a lo que te negabas por miedo a no sentirte útil. Cumpliendo aquello de morir con las “botas puestas”, a fuerza de voluntad, pues ya te costaba mantenerte de pie.

Nadie puede reprocharte, ni nunca hemos ocultado, que hayas querido tanto a mis hijos, que has criado como los tuyos propios. Nadie puede negar que en esta casa esté todo nuestro trabajo, esfuerzo, sudores, ilusiones, proyecto de futuro y de mejora,  tirando de  una familia numerosa como la nuestra. Porque no hemos conocido otra casa, otro hogar que este que nos ofreciste y en el que  hemos vivido bajo tu cobijo. Hemos levantado paredes, acomodando a nuestras necesidades, cuidando y manteniendo. Reparando, pintado, limpiando. Gracias a todo eso hoy permanece aún viva. . Así en  el futuro  las nuevas generaciones que la quieran habitar tendrán  que  saber que siempre permanecerá en ella la sombra de tu espíritu.

domingo, 16 de diciembre de 2012

CARTA 20 : " FELIZ NAVIDAD, MAMÁ "




Mamá:
Desearía que los días pasaran rápidos y  saltaran por alto del calendario,  la próxima Navidad. Nunca te gustaron estas fechas y ahora quizás comprenda por qué. Viviste otras Navidades en tu pasado que te llenaron de felicidad y la ausencia de los seres queridos que se iban  marchando con los años, fueron enturbiando esos días de gozo familiar. Aunque te repusieras  con tu “segunda familia”, que fueron mis hijos y tus otros nietos, ese vacío no logramos llenarlo ninguno. Cómo el vacío que a mi me supone tu ausencia y que a pesar de que  vinieran  años de bienestar, nadie llenará jamás  mamá.

Me vienen a la memoria de forma muy lejana aquellas primeras navidades de mi vida  con los abuelos, donde nos reuníamos todos para la cena de Navidad y de la que solo guardo el recuerdo de aquel hermoso  pollo relleno que el abuelo criaba en la estación de Villalba y tú cocinabas para aquella ocasión tan especial. Siempre disfrutaba de los preparativos pero nunca llegaba a los postres, el sueño de la niñez me vencía y era mi hermana Gracia la que pasada la nochebuena me hacía tener el deseo  de lo que nunca llegaba a comerme.

Se me enturbia la memoria y no logro tirar del hilo de mis recuerdos, solo saltan flases  donde
 te veo poniendo tu mejor mantel y oigo la risa de papá contando “chascarrillos” con el abuelo 
y veo la vajilla de porcelana de la abuela con los filos dorados y una hermosa rosa roja en el 
centro, con la sopera llena de aquella sopa de albóndigas tan navideñas para nosotros.
Años después te veía llorar sin entender por qué cuando ya mis hermanos Juan  y Aurelio se ausentaba por su trabajo o sus novias, que ya iban tomando peso en sus vidas.

Mágico me parecía aquel árbol de navidad que papá traía de alguna de aquellas estaciones de la línea de Zafra, que mi hermana Dori adornaba con tanto gusto y esmero. Yo la observaba pacientemente como iba poniendo uno a uno aquellos adornos que guardábamos un año tras otros. Reponiendo de vez en cuando aquellas frágiles bolas de colores, que se partían al menor descuido,  que vendían exclusivamente en “El Metro”. Aquel pino, en manos de mi hermana  Dori,  iba tomando forma y color, envolviendo de espíritu navideño nuestra casa. Me encantaba observar tumbada boca abajo en aquel  enorme sillón de piel rojo que teníamos, el reflejo de  sus adornos y de sus luces intermitentes de colores en la pared, que se me antojaban verdaderos personajes de mi fantasía navideña.

Más aún, me gustaba,  esperar la noche de  Los Reyes  Magos dónde nunca nos dejaron regalos en el árbol, por aquello de la tradición familiar. Siempre había que esperar a por la mañana, dónde los regalos estaban al pie de la cama. Abrir los ojos y encontrarlos no tenía precio. Tu te las aviabas para que todos tuviésemos regalos, nunca pedíamos nada, nos encantaba la sorpresa, en la inocencia de nuestra edad, dónde tú te encargabas de llevarnos al huerto, dándonos pistas,  según vuestro bolsillo. Nunca por muy mal que hubiese estado la situación económica nos fallaste.

El mejor regalo  de reyes que recuerdo, para mi,  fue una muñeca de goma que te dieron, juntando cupones del detergente, a la que mi hermana Dori le hizo unas ropitas preciosas y tú me compraste el cochecito. Aquel olor a goma aún lo guardo en mi memoria. Nunca os dije que os espiaba de noche viéndoos coser y sabiendo la historia de los cupones por mi hermano Jorge, aunque  mi fantasía de niña no acertaba a ver la realidad y no entendí hasta tiempo después lo que quería revelarme. Más ilusión me hizo que los reyes magos fueran mi hermana y mi madre.
 Nos parecían maravillosos los juegos reunidos y más aún los reyes de “escapailla” que llegaban ya pasado el día de reyes. Recuerdo los pepones de Encarnita y la muñeca de cartón, así como los costureritos y los platitos y tacitas que eran fieles a nuestra casa todos los años. Aún recuerdo también, cuando un año, ya  más grandes mis hermanas, les pusiste unos pijamas estampados, lo habitual eran los camisones para las niñas, por lo que aquello fue una novedad, pero  Encarnita lloró porque ella quería aún un juguete. Después todas las noches se alegraba de su pijama tan bonito.
Nunca  vi regalos para vosotros, ni grandes espavientos gastronómicos, pero sin embargo, daría lo que fuera por volver a vivir aquellas navidades de cuando éramos niños, mamá.

La última nochebuena que viví con papá fue, tonta de mí, muy fría y triste. Lloré toda la noche porque mis hermanas, después de la cena,  se fueron con su pandilla y  parejas, de club de navidad, como se llamaba entonces a reunirse en casa de alguien que tuviera un sitio dónde montar una especie de guateque y a mi no me dejasteis ir con mis amigos a lo mismo. Solo tenía 14 años. Me imagino que os sentiríais como yo ahora cuando nos quedamos solos con Julia, supertristes de empezar a intuir que el nido se va quedando vacío.  No dejé de llorar, por más vueltas que me dio papá ya acostada. Igual que hacía cuando otras veces me reñía y después se arrepentía e iba a verme cuando ya estábamos en la cama. Hubiera dado mi vida al año siguiente, por haber pasado la Nochebuena con él y que  me hubiese venido a ver a mi cama. Nunca me lo perdonaré.

Mi memoria divaga en los años posteriores y no desea recordar, hay un vacío que jamás nadie, ni la llegada de mis hijos, llenaron. Fue  la  ausencia inesperada de papá.
 Es otra esta ausencia tuya,  mamá. Aquella no me dejaba respirar, esta la siento más en paz, la ubico, aunque no la acepto. Aún me siento muy niña, como con papá,  para tu abandono.

La luz y  la alegría navideña nos llegaron de nuevo con tus nietos, mis sobrinos y mis hijos. La ilusión por ver sus caras felices, cuando eran chicos y más tarde porque eran ellos los que nos trasmitían esa alegría de vivir y esa felicidad.  Como olvidar  tu tresillo nuevo en tu salón reluciente, lleno de juguetes para  tus  nietos, aún pequeños y más tarde para mis hijos. Aquellas caras eran el fiel reflejo de la inocencia y de la ilusión.
Nuestra navidad empezaba con el teatro que preparaba mi hermana Gracia en su colegio “Manuel Siurot”. Que les gustaba a ellos y a ti que fuéramos y más aún cuando tus nietos Gracita y Nacho y  los de mi hermana Encarnita, alumnos del Siurot,  ya participaban. Igual nos pasaba con la actuaciones de mis hijos en su colegio, por nada del mundo te las perdías, aunque tuvieses que ir a  rastras.
Que le gustaba a Mari Tere  que la mandaras por la primera caja de mantecados a casa de nuestra vecina Rosarito Cera, la traía si poder tirar del peso, pues la caja era más grande que ella. Igual que hacía de niño tu nieto José Carlos, que veía llegar el pedido y gritaba calle abajo la llegada de los rosquitos de vino y las hojaldradas. Ahora abrimos la temporada a finales de octubre, con los primeros  fríos, con los surtidos navideños de Pepín, que tanto te gustaba repartir.
Ya el día de la entregas de notas montábamos la primera merienda navideña, pues siempre dijiste que la recompensa del trabajo y del esfuerzo había que celebrarlo. Comenzaba así los días tan entrañables de la navidad alrededor del árbol que ahora montaba yo con mis hijos para la Purísima   y que Rogelio traía de la sierra en vez de papá. A esto le seguía el  preparar con  esmero  tus christmas, escritos por ti con todo tu cariño, para tus hermanos e hijos sin olvidar a la tía Paca. Retenías en la memoria muchísimas cosas impropias ya de tu edad, pero sin embargo, siempre necesitabas la ayuda de tu hermana Mari para recordar direcciones. Te ponías tan nerviosa, que no dabas con la agenda que tenias para esos menesteres y era más fácil para ti pedir ayuda a tu hermana. Al final la agenda siempre estaba donde, ya pasados aquellos días, sabías que estaba. Siempre recordaré tus letras mayúsculas, temblonas por la edad en los últimos años, pero muestra impecable de la grafía de principios del siglo xx, de pluma y tintero.
Desde muy pequeño a tu nieto Rogelio, le encanto adornarnos la  casa en navidad, Con los dinerillos que tú le dabas, buscaba aquellas primeras tiendas de los 20 duros y compraba de todo. Aumentando cada año en ovejas y  animales,  nuestro humilde  belén, con los que jugaba, a modo de play móvil,  todas las vacaciones. Nos la ha adornado hasta hace muy poco, en plan americano, hasta la fachada de la casa, con luces y campanas  que aún guardamos.
 No se si lo dejaré este año poner las campanas en el balcón que anuncien  que llega a nuestra casa el espíritu navideño, pues no nos falta el deseo de que haya paz en el mundo, bienestar e igualdad para todos. Este año viendo el panorama nacional,  más que nunca. Aunque todo ello me recuerde aún más tu ausencia.
.
No oiremos tu crítica a la hipocresía  de los que   creen en la navidad y no se limitaban más que a la buena mesa, adornos y regalos, sin compartir con el prójimo o cuando decías que esa Navidad de luces y publicidad era un invento que humillaba más al que no tenia recursos. "No hay nada peor que una navidad con el bolsillo vacío, pero peor aún si te falta algún miembro  de la familia", decías.
Este año nos falta las dos cosas mamá, pero no vamos a dejar que nos invada el derrotismo y buscaremos otros planes alternativos, como habrías hecho tú. Al fin y al cabo, necesitamos más que nunca que Jesús siga redimiéndonos con su nacimiento en este mundo sin cordura.
 Este año tampoco habrá una lista de tus “necesidades”, para poder orientar a tu amigo invisible en tu regalo la noche de Reyes. Enrique no te traerá  tu roscón.  Yo pasaré de largo por los estantes de bombones,  dátiles, pan de higo, conguitos, nueces y fruta escarchada.
No habrá christmas de tu puño y letra dedicados, ni intentarás averiguar que hay dentro de los regalos de todos alrededor del árbol, ni abrirás con impaciencia los tuyos, ni querrás comer  antes de que estuviésemos todos listos para la cena, como un niño que no tiene espera. Pero seguro que  tu espíritu inundará nuestra casa y estarás aún más presente que nunca, anunciándonos ya cada año de nuestras vidas, que llega La Navidad.

Feliz Navidad para ti también este año, mamá. Seguro que lo celebraras de otra forma, ahora con los tuyos tanto tiempo ausentes. Así quiero, deseo y necesito creerlo.

viernes, 23 de noviembre de 2012

CARTA 19: ".......SIEMPRE HABRÁ FLORES PARA TI"







Mamá:
 Hoy 3 de noviembre, hace cuatro meses que nos dejaste. Mientras más cuento el tiempo de tu ausencia, más me alejo de ti y más te vas tu alejando de nosotros como barco a la deriva que va sin rumbo, perdido en el abismo de los mares.

 Pasamos los Santos y difuntos que tanto temía  que llegasen, pues no sabía con que dolor me enfrentaría a celebrar esta festividad, que no era la tuya.

Tus nietas Mª Tere (con ella no te faltarán nunca  unas flores que alegren tu nueva morada)  y Gracita Ávila, cumplieron con la tradición  de no olvidar a nuestros difuntos y sacaron brillo al portal de mármol de tu sepulcro recién estrenado, que compartes ya con papá y los abuelos, dándoos calor familiar en  la frialdad y el silencio de la muerte.
Un ramo con siete rosas rojas, una por cada uno de tus hijos, te mandó tu hija Gracia, con todo su amor y el nuestro, a sabiendas de que no servirán de consuelo, solo de aplacar  el dolor, como deber cumplido, para no olvidarte jamás. Tomando  más valor aun  viniendo de ella, que nunca consideró necesario cumplir con esta tradición.
En honor tuyo, de papá y de los abuelos, tus Pinto Guerra os han llevado un centro floral también de rosas rojas, que le han dado esplendor, junto al ramo de rosas, al sepulcro, pareciéndonos el más bonito de todo el campo santo. M Tere se esmeró pensando en tus gustos y exquisiteces, donde en todo te gustaba lo mejor.  Estarás contenta de ver que no hemos olvidado a los abuelos y a papá, a pesar de que ya no estas tú para recordádnoslo.
 En casa pusimos un altarito, como hacia la abuela Encarna con sus santos y sus mariposas encendidas, que a ti nada te agradaba, te daba demasiado respeto. Decías que a los difuntos había  que dejarlos tranquilos, pero yo se que era la forma de disimular tu dolor y no dar cuenta de tu sensibilidad, haciéndote la fuerte y  ocultándonos ese lado espiritual que todos tenemos y que en tu último día tan claramente nos enseñaste, viéndote en el fin más humana que nunca. Y porque en el fondo te asustabas de ti misma, con ese poder que sabias que tenias.  Perdóname mamá pero necesitaba hacerlo.

 No me conforma la llegada del invierno sin ti, al abrigo del brasero, en tu sillón, con tu  bata y zapatillas nuevas para recibir a los primeros fríos,  pues el otoño siempre se queda poco tiempo entre nosotros por estas tierras, dando  paso al invierno impaciente que no tiene espera.
 Este año, el otoño, nos ha traído  consigo  esta bendita lluvia  tan necesaria, que me recuerda  como siempre pronosticabas que morirías un día de lluvia, para ti tan molesta y que te hacia sentirte tan mal, trayéndote con ella dolores y malestares que te recordaban los años cumplidos. Por una vez no acertaste en tus pronósticos.

 Las primeras verdinas no tardarán en salir, adornado de invierno nuestros patios. Cuanto  trabajo nos dan en primavera, para que vuelva a relucir los brillos del sol sobre las paredes blancas que le dan luz a nuestra casa.



Nunca tuviste pereza y desde bien temprano, antes de irnos al colegio cuando éramos niños,  ya te oía trajinar preparando tu cal que hervía en aquellos barreños de cinc. Todo un ritual de cal, añiles y agua que le daban una luz especial a la casa. Encalabas, sembrabas y preparabas tus macetas, mientras cuidabas de la olla que hervía para darnos de almorzar a todo un regimiento y de otras tantas tareas.
Aquellos sábados, cuando era niña, donde te recuerdo subida en las escaleras sacándole brillo a tu cocina. O en la pila, antes que tuviéramos la primera lavadora, haciendo la colada a mano. Me encantaba jugar en los barreños ya quietos del agua del enjuague, imaginando que eran lugares maravillosos de príncipes o princesas. Como me gustaba ayudarte a torcer la ropa, o jugar entre las sábanas tendidas, bajo la sombra del “siempre verde” con sus  pequeñas flores blancas, con las que mis hermanas hacían collares. O del madroño, cuyas semillas vendíamos como habichuelas, cuando jugábamos a las casitas.
En ese patio también jugábamos a los teatros, con los demás vecinos, cuyos guiones, vestuarios de papel  de seda y escenarios inventaba mi hermana Gracia, que siempre fue tan imaginativa, con sus amigas las hermanas Gálvez.
Aún recuerdo los versos  y las frases que nos aprendíamos ( Margarita está linda la mar…….Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela……”mamá yo quiero ser payaso”. Famosa frase que se hizo popular por la incorrección de la actriz, que no hubo forma de enseñarla a decir payaso ) Con los que teníamos tanto éxito entre los niños del barrio. ¡Llenábamos el aforo de nuestro patio!

Te recuerdo también en aquellas horas de la siesta en los que con tanta impaciencia vigilábamos el congelador de nuestro primer frigorífico, para ver si ya estaban cuajados los helados caseros que tú nos hacías, con aquellos sobrecitos con olor a vainilla que traía papá del economato de la RENFE. 
O las sesiones de tarde en nuestro primer televisor, primero también en el barrio, donde todos expectantes veíamos aquellas primeras series televisivas, si las interferencias nos lo permitían, sentados en el suelo siempre limpio y escamondado, buscando el frescor, mientras comíamos pipas o chocolate del Gorriaga. O aquel que traía marcado una máquina de tren, con sabor a chocolate negro. Que rico me sabía también aquella carne de membrillo que venia en aquellas cajas de lata, que la abuela usaba después de costurero.
Siempre te recuerdo trabajando, activa, viva…..repartiendo y dando. No se como tienes paciencia de estar tan quieta ahora.


Te recuerda también este frío,  que  nos obliga a buscar  el abrigo, la bata y el pijama  con más tomo, el edredón de plumas que tan poquito  te gustaba, porque tú medias el calor en peso, nada para ti como tus mantas.
Aún recuerdo que lavar todas las mantas a finales de esta pasada primavera,  fue la última tarea doméstica que hicimos juntas: “esas mantas hay que guardarlas limpias para el próximo invierno”, decías, sin saber aún que no habría más inviernos para ti y que los nuestros ya nunca serian los mismos.
Nos quedamos  tú  y  yo con la gana de estrenar ropa de camilla, que ya tocaba renovar. Pero no pudo ser. Lave y planché primorosamente, como harías tú, y de nuevo nos viste el salón, dando calor a nuestro hogar. Las circunstancias nos obligan a remendar  de viejo, algo que tú detestabas.

La secadora despertó de su sueño estival y ya trajina sin parar,  a pesar del temor al maldito y siempre temido recibo de la luz. No quiero pensar que contigo se nos fuera, la calidad de vida y el bienestar y ando siempre temerosa de los extras, como si no tuviera ya bastante con tu ausencia. Siempre hiciste posible lo imposible y yo quiero aprender de tu escuela. La circunstancia familiar y la temida crisis, no nos pueden hacer zozobrar y quito de allí y pongo de allá, para que no nos falte, como siempre decías: “el calor de un buen  brasero, ni una buena  ducha, ropa limpia  y por supuesto  que siempre estén calientes nuestros estómagos”.






Como si nada hubiese pasado, llegaron los primeros dulces que anticipan la próxima Navidad y a pesar de no quererlos, castigando nuestro gusto sin  placeres, me acorde de la ilusión que te hacía sacarlos en las sobremesas, cuando todos nos reuníamos en estos puentes otoñales. Julia se recrea en ellos y nos pregunta ¿Quién se comerá  los de frutas escarchadas que tanto le gustan a la abuela????.......No quiero ni pensar que  tendrá que llegar la Navidad……



domingo, 18 de noviembre de 2012

CARTA 18 : "......LLEGÓ NOVIEMBRE"


………. Llegó noviembre.
Vino silbándome  tu nombre
fuertemente  en mi  ventana,
con el viento que desnuda las hojas de los árboles,
que protegen el canto de los pájaros,
en los amaneceres fríos y escarchados.
 Desasiéndose también de su plumaje,
para dejar brotar  el manto del invierno.

………..Llegó noviembre.
 y te sueño, 
al abrigo de las sábanas templadas,
mientras tiemblo de dolor
al oír  la lluvia golpeando en mi ventana, 
que me recuerda tu voz.
Desesperada  tu  voz, 
que se alza desde “ La Soledad”  y me llama :

“¡Acude  a  mi,  acude a mi ¡“….

Siento correr el agua por mi piel, que es la tuya
 Siento el frío, el miedo y el abandono del sepulcro
Te siento….y no quiero oír el silbido del viento
Ni el tañer de la lluvia en los cristales.
Me traen a mi mente  el vacío de tu cama,
desnuda de tu cuerpo y tu calor.
Inmóvil, sin rutina ya, apagada.


  
Mis ojos sollozan,
apagando  el fuego de mi alma.

Estas ahí,  tan lejos y  tan cerca.

Y quiero, como el poeta,
Desamordazarte, desenterrarte…….


 Volverte a la casa, a la vida.
 Y  despertar contigo de este sueño eterno.
Para  que vuelva  a ser  ayer
y tengamos juntas otro mañana.