domingo, 16 de diciembre de 2012

CARTA 20 : " FELIZ NAVIDAD, MAMÁ "




Mamá:
Desearía que los días pasaran rápidos y  saltaran por alto del calendario,  la próxima Navidad. Nunca te gustaron estas fechas y ahora quizás comprenda por qué. Viviste otras Navidades en tu pasado que te llenaron de felicidad y la ausencia de los seres queridos que se iban  marchando con los años, fueron enturbiando esos días de gozo familiar. Aunque te repusieras  con tu “segunda familia”, que fueron mis hijos y tus otros nietos, ese vacío no logramos llenarlo ninguno. Cómo el vacío que a mi me supone tu ausencia y que a pesar de que  vinieran  años de bienestar, nadie llenará jamás  mamá.

Me vienen a la memoria de forma muy lejana aquellas primeras navidades de mi vida  con los abuelos, donde nos reuníamos todos para la cena de Navidad y de la que solo guardo el recuerdo de aquel hermoso  pollo relleno que el abuelo criaba en la estación de Villalba y tú cocinabas para aquella ocasión tan especial. Siempre disfrutaba de los preparativos pero nunca llegaba a los postres, el sueño de la niñez me vencía y era mi hermana Gracia la que pasada la nochebuena me hacía tener el deseo  de lo que nunca llegaba a comerme.

Se me enturbia la memoria y no logro tirar del hilo de mis recuerdos, solo saltan flases  donde
 te veo poniendo tu mejor mantel y oigo la risa de papá contando “chascarrillos” con el abuelo 
y veo la vajilla de porcelana de la abuela con los filos dorados y una hermosa rosa roja en el 
centro, con la sopera llena de aquella sopa de albóndigas tan navideñas para nosotros.
Años después te veía llorar sin entender por qué cuando ya mis hermanos Juan  y Aurelio se ausentaba por su trabajo o sus novias, que ya iban tomando peso en sus vidas.

Mágico me parecía aquel árbol de navidad que papá traía de alguna de aquellas estaciones de la línea de Zafra, que mi hermana Dori adornaba con tanto gusto y esmero. Yo la observaba pacientemente como iba poniendo uno a uno aquellos adornos que guardábamos un año tras otros. Reponiendo de vez en cuando aquellas frágiles bolas de colores, que se partían al menor descuido,  que vendían exclusivamente en “El Metro”. Aquel pino, en manos de mi hermana  Dori,  iba tomando forma y color, envolviendo de espíritu navideño nuestra casa. Me encantaba observar tumbada boca abajo en aquel  enorme sillón de piel rojo que teníamos, el reflejo de  sus adornos y de sus luces intermitentes de colores en la pared, que se me antojaban verdaderos personajes de mi fantasía navideña.

Más aún, me gustaba,  esperar la noche de  Los Reyes  Magos dónde nunca nos dejaron regalos en el árbol, por aquello de la tradición familiar. Siempre había que esperar a por la mañana, dónde los regalos estaban al pie de la cama. Abrir los ojos y encontrarlos no tenía precio. Tu te las aviabas para que todos tuviésemos regalos, nunca pedíamos nada, nos encantaba la sorpresa, en la inocencia de nuestra edad, dónde tú te encargabas de llevarnos al huerto, dándonos pistas,  según vuestro bolsillo. Nunca por muy mal que hubiese estado la situación económica nos fallaste.

El mejor regalo  de reyes que recuerdo, para mi,  fue una muñeca de goma que te dieron, juntando cupones del detergente, a la que mi hermana Dori le hizo unas ropitas preciosas y tú me compraste el cochecito. Aquel olor a goma aún lo guardo en mi memoria. Nunca os dije que os espiaba de noche viéndoos coser y sabiendo la historia de los cupones por mi hermano Jorge, aunque  mi fantasía de niña no acertaba a ver la realidad y no entendí hasta tiempo después lo que quería revelarme. Más ilusión me hizo que los reyes magos fueran mi hermana y mi madre.
 Nos parecían maravillosos los juegos reunidos y más aún los reyes de “escapailla” que llegaban ya pasado el día de reyes. Recuerdo los pepones de Encarnita y la muñeca de cartón, así como los costureritos y los platitos y tacitas que eran fieles a nuestra casa todos los años. Aún recuerdo también, cuando un año, ya  más grandes mis hermanas, les pusiste unos pijamas estampados, lo habitual eran los camisones para las niñas, por lo que aquello fue una novedad, pero  Encarnita lloró porque ella quería aún un juguete. Después todas las noches se alegraba de su pijama tan bonito.
Nunca  vi regalos para vosotros, ni grandes espavientos gastronómicos, pero sin embargo, daría lo que fuera por volver a vivir aquellas navidades de cuando éramos niños, mamá.

La última nochebuena que viví con papá fue, tonta de mí, muy fría y triste. Lloré toda la noche porque mis hermanas, después de la cena,  se fueron con su pandilla y  parejas, de club de navidad, como se llamaba entonces a reunirse en casa de alguien que tuviera un sitio dónde montar una especie de guateque y a mi no me dejasteis ir con mis amigos a lo mismo. Solo tenía 14 años. Me imagino que os sentiríais como yo ahora cuando nos quedamos solos con Julia, supertristes de empezar a intuir que el nido se va quedando vacío.  No dejé de llorar, por más vueltas que me dio papá ya acostada. Igual que hacía cuando otras veces me reñía y después se arrepentía e iba a verme cuando ya estábamos en la cama. Hubiera dado mi vida al año siguiente, por haber pasado la Nochebuena con él y que  me hubiese venido a ver a mi cama. Nunca me lo perdonaré.

Mi memoria divaga en los años posteriores y no desea recordar, hay un vacío que jamás nadie, ni la llegada de mis hijos, llenaron. Fue  la  ausencia inesperada de papá.
 Es otra esta ausencia tuya,  mamá. Aquella no me dejaba respirar, esta la siento más en paz, la ubico, aunque no la acepto. Aún me siento muy niña, como con papá,  para tu abandono.

La luz y  la alegría navideña nos llegaron de nuevo con tus nietos, mis sobrinos y mis hijos. La ilusión por ver sus caras felices, cuando eran chicos y más tarde porque eran ellos los que nos trasmitían esa alegría de vivir y esa felicidad.  Como olvidar  tu tresillo nuevo en tu salón reluciente, lleno de juguetes para  tus  nietos, aún pequeños y más tarde para mis hijos. Aquellas caras eran el fiel reflejo de la inocencia y de la ilusión.
Nuestra navidad empezaba con el teatro que preparaba mi hermana Gracia en su colegio “Manuel Siurot”. Que les gustaba a ellos y a ti que fuéramos y más aún cuando tus nietos Gracita y Nacho y  los de mi hermana Encarnita, alumnos del Siurot,  ya participaban. Igual nos pasaba con la actuaciones de mis hijos en su colegio, por nada del mundo te las perdías, aunque tuvieses que ir a  rastras.
Que le gustaba a Mari Tere  que la mandaras por la primera caja de mantecados a casa de nuestra vecina Rosarito Cera, la traía si poder tirar del peso, pues la caja era más grande que ella. Igual que hacía de niño tu nieto José Carlos, que veía llegar el pedido y gritaba calle abajo la llegada de los rosquitos de vino y las hojaldradas. Ahora abrimos la temporada a finales de octubre, con los primeros  fríos, con los surtidos navideños de Pepín, que tanto te gustaba repartir.
Ya el día de la entregas de notas montábamos la primera merienda navideña, pues siempre dijiste que la recompensa del trabajo y del esfuerzo había que celebrarlo. Comenzaba así los días tan entrañables de la navidad alrededor del árbol que ahora montaba yo con mis hijos para la Purísima   y que Rogelio traía de la sierra en vez de papá. A esto le seguía el  preparar con  esmero  tus christmas, escritos por ti con todo tu cariño, para tus hermanos e hijos sin olvidar a la tía Paca. Retenías en la memoria muchísimas cosas impropias ya de tu edad, pero sin embargo, siempre necesitabas la ayuda de tu hermana Mari para recordar direcciones. Te ponías tan nerviosa, que no dabas con la agenda que tenias para esos menesteres y era más fácil para ti pedir ayuda a tu hermana. Al final la agenda siempre estaba donde, ya pasados aquellos días, sabías que estaba. Siempre recordaré tus letras mayúsculas, temblonas por la edad en los últimos años, pero muestra impecable de la grafía de principios del siglo xx, de pluma y tintero.
Desde muy pequeño a tu nieto Rogelio, le encanto adornarnos la  casa en navidad, Con los dinerillos que tú le dabas, buscaba aquellas primeras tiendas de los 20 duros y compraba de todo. Aumentando cada año en ovejas y  animales,  nuestro humilde  belén, con los que jugaba, a modo de play móvil,  todas las vacaciones. Nos la ha adornado hasta hace muy poco, en plan americano, hasta la fachada de la casa, con luces y campanas  que aún guardamos.
 No se si lo dejaré este año poner las campanas en el balcón que anuncien  que llega a nuestra casa el espíritu navideño, pues no nos falta el deseo de que haya paz en el mundo, bienestar e igualdad para todos. Este año viendo el panorama nacional,  más que nunca. Aunque todo ello me recuerde aún más tu ausencia.
.
No oiremos tu crítica a la hipocresía  de los que   creen en la navidad y no se limitaban más que a la buena mesa, adornos y regalos, sin compartir con el prójimo o cuando decías que esa Navidad de luces y publicidad era un invento que humillaba más al que no tenia recursos. "No hay nada peor que una navidad con el bolsillo vacío, pero peor aún si te falta algún miembro  de la familia", decías.
Este año nos falta las dos cosas mamá, pero no vamos a dejar que nos invada el derrotismo y buscaremos otros planes alternativos, como habrías hecho tú. Al fin y al cabo, necesitamos más que nunca que Jesús siga redimiéndonos con su nacimiento en este mundo sin cordura.
 Este año tampoco habrá una lista de tus “necesidades”, para poder orientar a tu amigo invisible en tu regalo la noche de Reyes. Enrique no te traerá  tu roscón.  Yo pasaré de largo por los estantes de bombones,  dátiles, pan de higo, conguitos, nueces y fruta escarchada.
No habrá christmas de tu puño y letra dedicados, ni intentarás averiguar que hay dentro de los regalos de todos alrededor del árbol, ni abrirás con impaciencia los tuyos, ni querrás comer  antes de que estuviésemos todos listos para la cena, como un niño que no tiene espera. Pero seguro que  tu espíritu inundará nuestra casa y estarás aún más presente que nunca, anunciándonos ya cada año de nuestras vidas, que llega La Navidad.

Feliz Navidad para ti también este año, mamá. Seguro que lo celebraras de otra forma, ahora con los tuyos tanto tiempo ausentes. Así quiero, deseo y necesito creerlo.

viernes, 23 de noviembre de 2012

CARTA 19: ".......SIEMPRE HABRÁ FLORES PARA TI"







Mamá:
 Hoy 3 de noviembre, hace cuatro meses que nos dejaste. Mientras más cuento el tiempo de tu ausencia, más me alejo de ti y más te vas tu alejando de nosotros como barco a la deriva que va sin rumbo, perdido en el abismo de los mares.

 Pasamos los Santos y difuntos que tanto temía  que llegasen, pues no sabía con que dolor me enfrentaría a celebrar esta festividad, que no era la tuya.

Tus nietas Mª Tere (con ella no te faltarán nunca  unas flores que alegren tu nueva morada)  y Gracita Ávila, cumplieron con la tradición  de no olvidar a nuestros difuntos y sacaron brillo al portal de mármol de tu sepulcro recién estrenado, que compartes ya con papá y los abuelos, dándoos calor familiar en  la frialdad y el silencio de la muerte.
Un ramo con siete rosas rojas, una por cada uno de tus hijos, te mandó tu hija Gracia, con todo su amor y el nuestro, a sabiendas de que no servirán de consuelo, solo de aplacar  el dolor, como deber cumplido, para no olvidarte jamás. Tomando  más valor aun  viniendo de ella, que nunca consideró necesario cumplir con esta tradición.
En honor tuyo, de papá y de los abuelos, tus Pinto Guerra os han llevado un centro floral también de rosas rojas, que le han dado esplendor, junto al ramo de rosas, al sepulcro, pareciéndonos el más bonito de todo el campo santo. M Tere se esmeró pensando en tus gustos y exquisiteces, donde en todo te gustaba lo mejor.  Estarás contenta de ver que no hemos olvidado a los abuelos y a papá, a pesar de que ya no estas tú para recordádnoslo.
 En casa pusimos un altarito, como hacia la abuela Encarna con sus santos y sus mariposas encendidas, que a ti nada te agradaba, te daba demasiado respeto. Decías que a los difuntos había  que dejarlos tranquilos, pero yo se que era la forma de disimular tu dolor y no dar cuenta de tu sensibilidad, haciéndote la fuerte y  ocultándonos ese lado espiritual que todos tenemos y que en tu último día tan claramente nos enseñaste, viéndote en el fin más humana que nunca. Y porque en el fondo te asustabas de ti misma, con ese poder que sabias que tenias.  Perdóname mamá pero necesitaba hacerlo.

 No me conforma la llegada del invierno sin ti, al abrigo del brasero, en tu sillón, con tu  bata y zapatillas nuevas para recibir a los primeros fríos,  pues el otoño siempre se queda poco tiempo entre nosotros por estas tierras, dando  paso al invierno impaciente que no tiene espera.
 Este año, el otoño, nos ha traído  consigo  esta bendita lluvia  tan necesaria, que me recuerda  como siempre pronosticabas que morirías un día de lluvia, para ti tan molesta y que te hacia sentirte tan mal, trayéndote con ella dolores y malestares que te recordaban los años cumplidos. Por una vez no acertaste en tus pronósticos.

 Las primeras verdinas no tardarán en salir, adornado de invierno nuestros patios. Cuanto  trabajo nos dan en primavera, para que vuelva a relucir los brillos del sol sobre las paredes blancas que le dan luz a nuestra casa.



Nunca tuviste pereza y desde bien temprano, antes de irnos al colegio cuando éramos niños,  ya te oía trajinar preparando tu cal que hervía en aquellos barreños de cinc. Todo un ritual de cal, añiles y agua que le daban una luz especial a la casa. Encalabas, sembrabas y preparabas tus macetas, mientras cuidabas de la olla que hervía para darnos de almorzar a todo un regimiento y de otras tantas tareas.
Aquellos sábados, cuando era niña, donde te recuerdo subida en las escaleras sacándole brillo a tu cocina. O en la pila, antes que tuviéramos la primera lavadora, haciendo la colada a mano. Me encantaba jugar en los barreños ya quietos del agua del enjuague, imaginando que eran lugares maravillosos de príncipes o princesas. Como me gustaba ayudarte a torcer la ropa, o jugar entre las sábanas tendidas, bajo la sombra del “siempre verde” con sus  pequeñas flores blancas, con las que mis hermanas hacían collares. O del madroño, cuyas semillas vendíamos como habichuelas, cuando jugábamos a las casitas.
En ese patio también jugábamos a los teatros, con los demás vecinos, cuyos guiones, vestuarios de papel  de seda y escenarios inventaba mi hermana Gracia, que siempre fue tan imaginativa, con sus amigas las hermanas Gálvez.
Aún recuerdo los versos  y las frases que nos aprendíamos ( Margarita está linda la mar…….Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela……”mamá yo quiero ser payaso”. Famosa frase que se hizo popular por la incorrección de la actriz, que no hubo forma de enseñarla a decir payaso ) Con los que teníamos tanto éxito entre los niños del barrio. ¡Llenábamos el aforo de nuestro patio!

Te recuerdo también en aquellas horas de la siesta en los que con tanta impaciencia vigilábamos el congelador de nuestro primer frigorífico, para ver si ya estaban cuajados los helados caseros que tú nos hacías, con aquellos sobrecitos con olor a vainilla que traía papá del economato de la RENFE. 
O las sesiones de tarde en nuestro primer televisor, primero también en el barrio, donde todos expectantes veíamos aquellas primeras series televisivas, si las interferencias nos lo permitían, sentados en el suelo siempre limpio y escamondado, buscando el frescor, mientras comíamos pipas o chocolate del Gorriaga. O aquel que traía marcado una máquina de tren, con sabor a chocolate negro. Que rico me sabía también aquella carne de membrillo que venia en aquellas cajas de lata, que la abuela usaba después de costurero.
Siempre te recuerdo trabajando, activa, viva…..repartiendo y dando. No se como tienes paciencia de estar tan quieta ahora.


Te recuerda también este frío,  que  nos obliga a buscar  el abrigo, la bata y el pijama  con más tomo, el edredón de plumas que tan poquito  te gustaba, porque tú medias el calor en peso, nada para ti como tus mantas.
Aún recuerdo que lavar todas las mantas a finales de esta pasada primavera,  fue la última tarea doméstica que hicimos juntas: “esas mantas hay que guardarlas limpias para el próximo invierno”, decías, sin saber aún que no habría más inviernos para ti y que los nuestros ya nunca serian los mismos.
Nos quedamos  tú  y  yo con la gana de estrenar ropa de camilla, que ya tocaba renovar. Pero no pudo ser. Lave y planché primorosamente, como harías tú, y de nuevo nos viste el salón, dando calor a nuestro hogar. Las circunstancias nos obligan a remendar  de viejo, algo que tú detestabas.

La secadora despertó de su sueño estival y ya trajina sin parar,  a pesar del temor al maldito y siempre temido recibo de la luz. No quiero pensar que contigo se nos fuera, la calidad de vida y el bienestar y ando siempre temerosa de los extras, como si no tuviera ya bastante con tu ausencia. Siempre hiciste posible lo imposible y yo quiero aprender de tu escuela. La circunstancia familiar y la temida crisis, no nos pueden hacer zozobrar y quito de allí y pongo de allá, para que no nos falte, como siempre decías: “el calor de un buen  brasero, ni una buena  ducha, ropa limpia  y por supuesto  que siempre estén calientes nuestros estómagos”.






Como si nada hubiese pasado, llegaron los primeros dulces que anticipan la próxima Navidad y a pesar de no quererlos, castigando nuestro gusto sin  placeres, me acorde de la ilusión que te hacía sacarlos en las sobremesas, cuando todos nos reuníamos en estos puentes otoñales. Julia se recrea en ellos y nos pregunta ¿Quién se comerá  los de frutas escarchadas que tanto le gustan a la abuela????.......No quiero ni pensar que  tendrá que llegar la Navidad……



domingo, 18 de noviembre de 2012

CARTA 18 : "......LLEGÓ NOVIEMBRE"


………. Llegó noviembre.
Vino silbándome  tu nombre
fuertemente  en mi  ventana,
con el viento que desnuda las hojas de los árboles,
que protegen el canto de los pájaros,
en los amaneceres fríos y escarchados.
 Desasiéndose también de su plumaje,
para dejar brotar  el manto del invierno.

………..Llegó noviembre.
 y te sueño, 
al abrigo de las sábanas templadas,
mientras tiemblo de dolor
al oír  la lluvia golpeando en mi ventana, 
que me recuerda tu voz.
Desesperada  tu  voz, 
que se alza desde “ La Soledad”  y me llama :

“¡Acude  a  mi,  acude a mi ¡“….

Siento correr el agua por mi piel, que es la tuya
 Siento el frío, el miedo y el abandono del sepulcro
Te siento….y no quiero oír el silbido del viento
Ni el tañer de la lluvia en los cristales.
Me traen a mi mente  el vacío de tu cama,
desnuda de tu cuerpo y tu calor.
Inmóvil, sin rutina ya, apagada.


  
Mis ojos sollozan,
apagando  el fuego de mi alma.

Estas ahí,  tan lejos y  tan cerca.

Y quiero, como el poeta,
Desamordazarte, desenterrarte…….


 Volverte a la casa, a la vida.
 Y  despertar contigo de este sueño eterno.
Para  que vuelva  a ser  ayer
y tengamos juntas otro mañana.






domingo, 14 de octubre de 2012

CARTA 17: " 15 DE OCTUBRE "


Mamá:
Hoy, a solas con mis pensamientos, me vienen a la memoria aquellos otoños de mi infancia a los que indiscutiblemente venían unidos a mi cumpleaños. Los primeros flashes que me llegan son las frutas otoñales que papá, de aquellas estaciones que transitaba, me traía en exclusiva para mi, en este mes de octubre que, desde que empezaba,  me hacía sentirme  protagonista, por tener la suerte de cumplir años y ser mi santo en el mismo día.
Recuerdo aquellas granadas que tú, con poca paciencia, desmenuzabas en el mejor de tus platos y espolvoreabas de azúcar, convirtiéndolas en el  postre más especial, junto con los membrillos ya dorados, que cocías con rama de canela o las primeras naranjas de la temporada que partidas en rodajas, bañabas de azúcar y canela o con miel, como solo a ti y a mi, nos gustaban. Que bonita ponías tu cocina o la mesa de nuestro comedor, con los fruteros adornados de granadas, membrillos o limones, que daban ese toque  de color, olor y sabor otoñal a la casa. Las batatas cocidas o asadas y las castañas y los peros, teníamos que esperar hasta todos los Santos, que papá las trajera  de Niebla.
Recordabas siempre, ya próximo a estas fechas, como llegué al mundo en un otoño caluroso, la noche de Santa Teresa. Naciendo yo sola entre varios varones, por los que las monjitas del hospital, os sugirieron mí nombre. Esto, unido a que  fue un parto difícil, por que venia al mundo cruzada por lo que papá se encomendó al santo del día, coincidiendo también que Sta Teresa era la patrona de Doña María, el pueblo de dónde habíais llegados trasladados a La Palma. Y que la mejor amiga de mi hermana Dory que dejaba atrás también era Mari Tere, papá ni lo dudo y decidió llamarme Teresa. Casualidades de la vida, porque teníais pensado, Matilde si era niña por mamá Matilde o Esteban, como el hermano mayor de papá.
La matrona del pueblo no podía hacer nada, así que al contrario que mis hermanos nací en el hospital, donde  llegaste con papá en ambulancia, hecho que daba gravedad a la historia, ya que las ambulancias de la época estarían escasas y solo para casos graves. Dejabas solos a seis hijos y un marido que no podía pedir unos días por el nacimiento de un hijo, pues en aquel régimen que premiaba a las familias numerosas, no se le daba el apoyo que se merecía a la mujer cuando  daba a luz y aún menos al marido. No existían esos derechos que hoy los matrimonios disfrutan y que tantos años nos ha costado conseguirlos. Espero que mis hijas lo disfruten en el futuro y que no sea otro de los derechos sociales que nos quieran arrebatar.




 Como decías y hoy quiero recordar en  mi  54 cumpleaños, nací menudita, frágil y con el peso justo para no tener que entrar en la incubadora, pero tú como siempre haciendo méritos de madre coraje, no te relajaste en el hospital ni disfrutaste del descanso merecido, tenias en tu pensamiento la casa de hijos que habías dejado atrás a cargo de mi hermana Dori y de mi hermano Juan  y decidiste marcharte del hospital al otro día de haber dado a luz , sin esperar las indicaciones del médico .Como nadie aún te había llevado mi ropita, solo tenias a papá, ya que estabais recién llegados a La Palma y no conocíais aún a nadie, me liaste en una toalla limpia del hospital y a escondidas saliste camino de la estación, donde sin kilométrico ni billete te subiste en el tren, sin esperar el alta hospitalaria . Mi cuñada Elena que entonces aún no lo era y que aún  vivía en La Palma, te vio venir conmigo calle a bajo y salió a tu encuentro, cogiéndome en sus brazos y acompañándote hasta casa. Allí la sorpresa fue aún mayor para ti que para ellos, ya que tu hijo el mayor decidió,  para darte la alegría y el alivio  en el día a día de tus quehaceres, abrir una puerta que comunicara la cocina con la salita y así evitar la vuelta por el saloncito. No habían tenido la precaución de quitar los muebles y los escombros caían sobre tu flamante máquina de coser ALFA que era la modernidad. Así que te pusiste manos a la obra a quitar escombros, para que papá cuando llegase de trabajar no os riñese, a ti por tu fuga hospitalaria y a ellos por el atrevimiento de querer hacer real lo que te habían escuchado como proyecto inmediato, ¡¡ pero no durante el parto!!


No pudiste darme el pecho por mucho tiempo, así que Catalina, una vecina que tenía vacas, me asignó una y todos los días traía la leche de aquel animal para mí.

Poco a poco fui creciendo y vosotros también poco a poco os fuisteis acomodando a este pueblo, que siempre será el mio y que visteis por primera vez en un almanaque que os llego junto con algunas botellas de vinos de la bodega de Salas, como aguinaldo para papá unas navidades, allá en Doña María, en la provincia de Almería. 




Siempre decías que aquel almanaque de la bodega palmerina, presidió vuestra cocina, antes 
de que, por casualidades de la vida, os vinieseis a vivir frente a ella. Aquella bodega que conocisteis en su esplendor, hoy permanece sin vida, como tú. Aunque detenida en otro tiempo, rebosa historia de este pueblo. Sus árboles de moreras marcaron el paso de  las distintas estaciones en mi infancia y su esbelta  chimenea, acoge aún a  las cigüeñas que, desde una perspectiva privilegiada, gozamos de sus planear, de sus altos vuelos y de los lanzamientos al vacío de sus polluelos,  en sus prácticas de vuelo. Es una  ventana abierta a la naturaleza. El paisaje de mi vida, que vi pasar desde mi balcón.

Todos mis recuerdos son felices hasta que murió papá. A mis 14 años la vida solo me había mostrado su lado bueno y aquello me hizo madurar bruscamente. Conocí , a mi corta edad,  lo que era la muerte y el desengaño y la vida ya no fue igual para mi. Tras esto vinieron para nosotros años difíciles. Poco a poco nos acomodamos a vivir con el dolor. Nunca perdiste la entereza, la seguridad y la firmeza. Supiste torear todo tipo de temporales. Todos, bajo tu amparo, nos sentíamos seguros y protegidos. Nunca supe de dónde sacabas aquella fuerza. Pero hoy no quiero hacer memoria de aquel tiempo,  porque ordené a mi memoria que olvidara, aunque mi corazón lo guarda en el primer cajón ya junto a tus recuerdos.


Estos son los mios  y aquí quiero dejar constancia de ellos. Gracias por haberme dejado mi historia, tu historia, nuestra historia, en forma de  trasmisión oral. Aquí la guardo, porque siempre tuve peor memoria que tú.


Hoy vuelve a ser mi cumpleaños y aunque todo parece igual, todo en mi es diferente. Hoy más que la satisfacción de comprobar que los que te aprecian y te quieren se acuerdan de ti y te dan su cariño, tengo que darle gracias a la vida por regalarme un año más y  los que tengan que venir ya no serán los mismos sin ti.

sábado, 13 de octubre de 2012

CARTA 16: " LUCES DE OTOÑO "



Mamá: 
De repente los días se han vuelto breves. Llegó el otoño al fin, para terminar con este verano maldito, que se nos fue llevándote a ti con él.
La luz empieza a llegar tímida tras la cristalera que diseñaste, hace tantos años, para disfrutar de la caricia del sol bendito de esta tierra que,  a ti,  te daba vida. Ya no es la misma luz a la que, hasta hace unos días, cerrábamos el paso, para buscar el frescor, bajo la sombra de lona  del patio. Esta me trae  tu presencia.
 A media mañana la luz abraza suavemente el salón, donde ahora te pondrías a leer o a coser aquellos manteles que no llegue a  comprar y que programaste como tarea en este otoño, cuando la calma y la quietud volvieran a casa.
 El rayo de luz proyectado sobre el sofá deja ver tu silueta y me traen recuerdos de otro tiempo tan próximo  y tan lejano ya, por ser historia tuya ahora.
En la terraza, el sol ya no pasa dos palmos de la tapia de celosías, pero aún llena el espacio resaltando el verdor de las plantas, el brillo de las cerámicas y el colorido de las flores perezosas que se empeñan en llenar aún nuestro Edén  familiar de primavera.
 La temperatura es tan buena, que me recuerda que siempre decías que era la mejor época del año en esta tierra.
 No es la misma luz, no. Falta la luz radiante de tu presencia, de tu  pelo algodonado y brillante al sol, de tu piel aun tersa, de tus gestos y miradas que hablaban por ti desde tu trono real, que ahora yace vacío,  donde descansabas agotada tras la ducha y, ya en este tiempo, dormitabas mientras te dejabas acariciar por sus rayos  otoñales, guardando así salud y energía para el invierno y dónde también recibías, esperando con impaciencia, la llegada de la primavera. 
Se acabó el bullicio estival, el ir y venir de tus nietos, el tiempo de ocio. Nuestros días ahora son rutina de obligaciones, horarios y tareas que van dejando pasar lentamente las semanas.



Gracita se nos ha ido para seguir formándose académicamente, ahora en lenguaje de signos, añorando su Granada, a la capital onubense. Como me duele en el alma no haber podido mandarla, como eran sus planes, de nuevo a Granada. Si no te hubieses ido, entre tú y yo hubiésemos hecho el esfuerzo, para beneficio y felicidad de ella, y como a ti y a mi nos hacia tanta ilusión. Ella quiere que sepas que, a pesar de todo,  aquí también esta ilusionada y contenta.

Rogelio, hace propósitos de centrarse en su final de carrera, como te prometió en tu lecho de muerte, pero ya forma parte de la ejecutiva en nuestra sede local, junto con Alfonso, donde  han dejado paso ya a la gente joven como ellos, que llegan pisando fuerte, en estos momentos de crisis que, por desgracia, has conocido y que te angustio tanto en tus últimos días, restándote ilusión de vivir. Sé que te sentirás orgullosa de él, como siempre, aunque estas obligaciones a las que él solo se compromete, le restan tiempo de estudios, pero le hacen crecer como persona y como militante. Nace de él mismo de forma natural .Ya sabes que llevamos en la sangre el deseo de aportar nuestro granito de arena para que este mundo mejore. Es la filosofía de vida que nos enseñaste.

Laura, sonríe feliz, (si la vieras tú también sonreirías), por fin ocupa su tiempo en proyectos reales, aunque temporales, que quizás sean el principio de un futuro más prometedor. Aunque debería  deshacerse de otros lastres, que no la frenen en sus deseos de futuro y recibir de este  lo que ella, como tú y yo queríamos  y deseábamos, se merece.

Alicia se debate entre sus deseos de emprender su proyecto de vida con Enrique y las  necesidades de la casa, queriendo  encontrar el punto justo del equilibrio en su conciencia,  dónde  tú eras la única que te atrevías a llamar.

Mary Tere fantasea con su maternidad, que aún no se hace realidad para mi pesar. Serás la primera en saber de esa buena nueva.
 Como me hubiese gustado que hubieras participado de la ilusión de recibir y criar un biznieto en la casa, por esto y otras cosas que vendrán, no me perdono que te hayas ido. Me consuela pensar que  con estas nuevas semillas, seguirás estando viva en este otro lado de la vida.
Julia inicio su 3er ciclo de primaria, ya entró en 5º curso. Estarías contenta de verla, trabajadora y estudiosa. Intentamos darle forma a su voluntad y  a su responsabilidad entre todos. Acordándose de ti, en todos y cada uno de sus momentos vividos, con alegría y humor. Ya no protesta ni llora cuando echa de menos los sabores de tus comidas, al contrario, me dice:” esto no sabe como lo de la abuela pero….. casi”.

Rogelio, necesitó tu marcha para tomar conciencia de todo lo que le decíamos y ahora cada día esta mejor y más repuesto, gracias a los buenos cuidados míos y a que lleva una vida sana, aunque no te lo creas. Ha sido la prueba más dura desde que te marchaste, sacarlo a él a delante, darle ánimos e ilusión de vivir de dónde yo nos lo tenía.

A la tía Pepa la casamos, con todos los honores y pleitesía que tus nietos saben organizar y ella se merecía. Alfonso, como concejal, los casó y  Rogelio, Mari Tere y Julia con Pilar y otro amigo de Pepa, dieron forma al acto que fue muy bonito y emotivo. Te hubiese encantado haberlo vivido. Recuerda que fuiste la primera en la lista de invitados. Cada día nos alegramos más de que ella haya formado una familia, con todas las consecuencias que ello conlleva.





Vivimos, mamá. Luchando por salir adelante día a día, saltando tantas dificultades, que tu marcha y esta maldita crisis nos agravian.
Pero ya es otro vivir, otro caminar. Se acabaron las risas ensordecedoras, las carreras, los zafarranchos con música para todo el barrio. Las tertulias, los debates, las voces. Es como si contigo se hubiese marchado la niñez y la juventud de esta casa y todos de pronto nos hubiésemos convertido en adultos. Preocupados solo por salvar nuestro día a día, viendo el futuro  muy lejano y oscuro y deseando solo 
salud para todos.



Desde dónde estés, no nos abandones y míranos con ojos de misericordia, como solías pedirle a San Juan Bosco. Yo pienso en ti cada noche y te alzo mis plegarias y súplicas, porque eres mi mayor fe. Así siento tu calor y tu fuerza.










lunes, 24 de septiembre de 2012

CARTA 15 :"OCHENTA Y TRES DÍAS SIN TI"






 La  lucha, en la batalla diaria, me trae hasta aquí.
Cansada,  hastiada, desencantada, dolida,
Decepcionada, confusa, desprotegida,
Abandonada, desheredada, olvidada, vencida.
Te busco en lo material de la vida.
 Donde  tu recuerdo aún se refleja fuertemente.

Ayer estabas, ocupabas el espacio,
Tenías cuerpo, piel, olor,  dolor.
Sentías, amabas, pensabas, soñabas.
Hoy  eres molécula corrupta, etérea, fugaz, volátil,
Reacción química, materia transformada….

¿Y tus manos generosas, tu piel tersa, tu pelo algodonado?
¿Y tu alma,  tu corazón, tus deseos,  tus sueños, tu voz, tu sonrisa, tu esperanza….?
A dónde los dejaste??? Dónde los guardas??   





               

Si juntas teníamos  más camino que recorrer.
Si teníamos proyectos, deseos, ilusiones, esperanza….
Si no arreglamos el mundo aún,
Si no era tu fin, tu final, tu the end,
Si no pusiste tú el fin, ¿quién decidió tu  marcha??




Quiero creer que al final eres libre
Del desorden  social, de lo injusto,
De saldos, facturas, pensiones, recortes,
De  penas, pesares, de males, de malos, de buenos
De  hijos, de nietos, de yerno, de nueras, de lo familiar….de lo nuestro
De tu edad, de tus años, de tu piel, de tus huesos.
De  tu pasado, de  tus recuerdos.







 Ahora  serás libre, nada te ata.
 Solo  mi insistente recuerdo  te amarra a mi alma,
Más no puedo olvidarte, me haces tanta falta…
No tomo fuerzas, no avanzo
Me posee  el desencanto,
lo absurdo ,  lo injusto, .lo fugaz de la vida,
Tu sombra sobre la casa.



Abro el correo, doblo la ropa, hago la compra
Cuido  la dieta siempre del otro….
Hago memoria de tu cocina,
En la despensa, me falta azúcar,
Tila y  aceite, también  harina…
Y tu dos manos…..
siempre dispuestas  para dar  pan

Lavo, plancho, coso el botón siempre caído,
con una aguja  de manos torpes para los hilos.
…Exhausta acabo todos mis días!!!



Tengo la suerte de ir a la escuela, 
Donde me escapo de tus  pesares,
Son otros males los que me acechan.
Con paz y entrega la letra entra
A, b, c, …..1,2,3
María, Juan o Manuel……
Me dan la causa para volver.
En ellos veo el pan
En ellos la senda que nunca volveré a pisar
Haciendo camino, para no pasar sin mas.


Aquí me dejaste, al pie del cañón
Sin querer batallas, solo paz y amor
Al frente de todo y de tu recuerdo en mi corazón.









sábado, 8 de septiembre de 2012

CARTA 14ª:" EN EL DÍA DE LAS GRACIAS, FELICIDADES MAMÁ"


Mamá:
Esta mañana desperté bien temprano, con las claras del día aún perezosas. La luna se ocultaba tras una neblina que nos anunciaba que el otoño se aproxima, y mi corazón presagiaba un mal día para mí, el primer  8 de septiembre sin ti. La mañana invitaba a retrasar el despertar  y acurrucada en la cama volví a dormirme. Me desperté  inquieta por  el sueño  donde te he visto llena de vida contándonos, como siempre hacías, como fue el día que naciste y como tu padre decidió  llamarte Gracia, como su madre, tu abuela, nuestra bisabuela Gracia, de la que tanto nos hablaste a lo largo de tu vida, en  un día tan familiar como el de hoy,  día de todas nuestras Gracias, tu santo mamá.
Mientras escribo, la tarde cae tristemente y se aproxima con temor para mí la hora del café. Hoy tendríamos la casa llena, habría  tarta y dulces  de los que te gustaban a ti, el teléfono hubiese sonado sin descanso, para felicitarte. Las risas y la tertulia estarían aseguradas. Nada  de eso sucede, solo hay quietud y silencio desgarrador que me  hace romper en lágrimas. No importa, estoy sola. La soledad de la tarde me va llevando a tu recuerdo y a como contabas tu propia historia, cada año, que ahora es la historia de todos los que formamos  esta familia

Contabas con tal riqueza de detalles y la entonación era tan perfecta, que parecía más un cuento de hadas que tu propia vida narrada. Recuerdo que contabas que  veías a tu padre, como él te contaba todos los años en tu cumpleaños, subiendo las cuestas del Albaicín, en Granada, en busca de su madre, para anunciarle el nacimiento de su nieta, que era ya la cuarta después de tres hijos varones nacidos, pero que no sobrevivieron.
-¡¡¡¡ Mamá, mamá!!!!,  que ya ha nacido , es una niña, una Gracita como tú!!!!!.Decías que pregonaba tu padre calle arriba, hasta llegar donde ella  vivía, en El Convento de Santa Isabel, donde  con su marido, tu abuelo Frasquito, eran los guardeses  de aquel  lugar santo.
Tu abuelo había sido encargado de unos  telares en Granada, pero a causa de una fuerte impresión, al quedar electrocutado uno de los empleados del telar, tubo una parálisis que lo dejo impedido en una silla de ruedas y fue en El Convento de Santa Isabel  dónde pudieron seguir ganándose la vida, en una España que aún estaba muy lejana de tener servicios, ayudas  y bienestar social. Recuerdo como el abuelo contaba, cómo era la vida de los obreros de aquella época, sin ningún tipo de ayudas, ni de pensiones. Eran sus hermanos y él, cuando ya se hicieron  mayores sus padres, los que se hicieron  cargo de ellos, atendiéndolos en todas sus necesidades, como  hacían todas las familias de aquella época.
Tú recordabas la casa de tu abuela, muy  humilde pero muy limpia, donde  brillaban los morteros, las fuentes o los platos de cobre a los que tu abuela sacaba brillo con el zumo de un limón. Dónde siempre había fruta fresca de los Cármenes de alrededor. Te encantaba, por la mañana temprano, desayunar higos fresquitos  que os cogía tu abuela de la higuera, que daba sombra al patio.. El bullir del agua de sus  fuentes puso  la música, a la banda sonora de tu infancia, sonido que nunca más volviste a escuchar con aquel brotar continuo  de las cumbres nevadas granadinas. El olor lo pusieron la hierba buena, la albahaca, la dama de noche, los celindos, las rosas de pitiminí, los jazmines que adornaban las tapias de los Cármenes. Te encantaba ir con tu padre  y tu hermano Aurelio o con tu tío Miguel, con el que jugabais envueltos los dos en su capa, a bajar las cuestas con los ojos cerrados.  Tus recuerdos de aquella Granada, de niña, eran  estos momentos familiares. Subir o bajar  las empinadas cuestas empedradas del  Albaicín, a orillas del Darro,  a los pies de la Alhambra, viendo correr el agua por los canales que bajaban desde Sierra Nevada, parándote en las fuentes  de los manantiales o beber el agua fresca del Avellano con un buen puñado de anises. Saborear aquellos barquillos de canela, dónde hacíais girar una ruleta no recuerdo muy bien cómo. Recordabas con agrado también, que os llenaran las manos de almendras o cacahuetes recién tostados. Los paseos de la mano de tus padres por El Salón, parando parar tomar una leche rizada en Bernina. Ir al cine y ver películas aún mudas o jugar en la plaza de Mariana Pineda próxima a la calle San Matías, donde vivíais. Tu colegio, tu abrigo blanco de piel. Tus dos negritos que tocaban los timbales, que escogiste  en una juguetería, dónde el dueño te dejo elegir lo que quisieras, en agradecimiento a tu padre, que le abrió el vagón del  mercancías, dónde  habían llegado los juguetes con retraso, en las vísperas de Los Reyes Magos y de los que tu madre siempre te reprochó que elegiste  lo más barato de aquella hermosa tienda, pero muy vistosos, según tu, porque adornaron vuestro salón durante años.
Como recordabas también la noche que os enterasteis que se proclamo el  gobierno de La República, recién nacida tu hermana Mary. Con  que ilusión soñabais que traería el progreso y la igualdad para todos. Recordabas también  como tu padre te mandaba  a correos a certificar las cartas de la agrupación socialista a la que pertenecía y cómo te gustaba ir allí a ver las representaciones teatrales  o a otros actos culturales que realizaban. Cómo conociste  a personajes de la vida política de la Granada de entonces y del gobierno republicano, como Don Fernando de los Rios   de la mano del abuelo, donde era vicesecretario general de  la agrupación socialista en Granada y secretario general de la agrupación sindical del gremio de  los ferroviarios. Todos los  gremios se agrupaban en la casa del pueblo granadina. De él  contabas una anécdota muy graciosa de como Don Fernando te saludo con un beso y te metió su barba en el ojo que se te puso lloroso y él te ofreció su pañuelo para que te limpiaras.
Todos aquellos buenos tiempos quedaron  atrás, tras estallar la Guerra Civil que  hizo que dejaras de ser niña para convertirte en una adolescente- mujer. Pero esa será otra historia, que quizás cuente otro día.





Hasta hace tan poco has  disfrutado  de un buen puñado de Gracias: Gracia Guerra, tu hija, mi hermana. Profesional incansable de la enseñanza, dónde va creciendo y dejando atrás una estela  generacional de alumnos/as, en su ya 35 años de servicio y que al día de hoy sigue luchando por su gremio, una escuela pública de calidad, de todos y para todos, por la sangre jacobina que lleva dentro, herencia de su abuelo, tu padre.  Gracia García tu nieta mayor con tu nombre, que le puso mi hermana Dory, su madre. La vida la meció en brazos hasta que esos brazos que la sostenían la dejaron caer duramente,sin esperarlo y de cuyo golpe lo único bueno que le quedó es su precioso hijo, Hugo . Hoy se repone de las heridas gracias a la ayuda incondicional de sus padres y a su dignidad como mujer. Heredó ella sola todo el arte en el baile de esta familia.   Gracia Rodríguez que bautizo mi hermana Gracia, e hija de mi hermana Encarnita. Ella heredó de ti tu espíritu maternal y la vocación de madre de familia incansable. Gracia Ávila quien le puso el nombre Ignacio, su padre, y al que siempre estuviste agradecida por este hecho. Ella heredó tu espíritu crítico  y el sentido de la justicia y la apariencia de mujer fuerte que se crece ante la adversidad, que tanto te caracterizaba. Gracia Pinto, mi hija, a la que en bendita hora le puse tu nombre, pues es la más parecida a ti en su físico y en su talante. Es de espíritu fuerte, con un gran sentido de la responsabilidad y el compromiso, que como en ti, en ella es innato.


Tus 5 Gracias y tú

Todas como vosotras dos, tu abuela y tú, mujeres de bandera que han sabido o van sabiendo luchar por la vida con inteligencia y con suficiente personalidad para vivir intensamente, campeando los temporales, entregadas a sus responsabilidades y triunfando en todo aquello que se proponen, su nombre las dejó marcadas. Tienen ese talismán.




Esta es tu historia por ti narrada siempre, en este día de celebración mariana. Hoy he sido yo la que pone voz a tu historia, para que sea conocida por aquellos de esta familia en años venideros, que deseen  conocer sus raíces, conociendo tu historia. Por los hijos, de los hijos, de tus hijos. FELICIDADES MAMÁ. FELICIDADES ABUELA GRACIA. Felicidades a todas y cada una de las mujeres de esta familia que tienen el privilegio de llevar tu nombre!!.

domingo, 2 de septiembre de 2012

CARTA 13ª: " ESTARÁS SIEMPRE EN LOS EVENTOS FAMILIARES"




Mamá:
En estos días en casa hemos estado revueltos, pues tu hermana menor nos anunció su visita, desde Extremadura. Todo han sido trajines de acá para allá, preparativos y nervios, ya que en mí recaía toda la responsabilidad como anfitriona y tú me habías puesto el listón muy alto. La tensión y los nervios se habían apoderado de mi en los días anteriores a su llegada, ya que  temía el encuentro con alguien tan allegada a ti, por verte en ella reflejada y notar aún más tu ausencia y también porque dudaba de la reacción de ella al no encontrarte físicamente en casa. Temía también el tener que reiniciar  de nuevo tu duelo, teniendo aún fresca la herida de tu pérdida.
Todos mis temores se esfumaron cuando pude reconocerte en su mirada, en esos ojillos vivarachos tan García, en su sonrisa, en su pelo blanco, aunque ella lo torna grisáceo, en sus expresiones, en su forma de llamarnos al orden, en su naturalidad al magnificar las cosas o las personas, y en su afán porque siempre brille la buena educación.
En tu casa siempre cualquier miembro de la familia era recibido con todo los honores, era atendido como en el mejor de los hoteles, dentro de nuestras posibilidades, e incluso se hacía el esfuerzo por  que no faltara ningún detalle, para hacerle al visitante la estancia grata y acogedora. Te esmerabas en los preparativos  y tu casa brillaba más que nunca. No se cómo lo hacías, pero eras capaz de atender y conversar con los  invitados al mismo tiempo y hacerles sentirse agusto y cómodos.  Eras rápida en la preparación del menú y más rápida aún para que todos estuviesen atendidos en su justo momento y sin demoras. A todos nos dabas una responsabilidad y bastaba una mirada tuya para saber que querías que hiciéramos y actuáramos. Al final siempre quedabas como una reina. Nunca estaré  a tu altura. Estabas hecha de otra piel. Me enorgullece tanto pensar en ti....
Durante estos días te he necesitado en todo momento y parecía que sentía tu presencia a mi lado que me iba diciendo que tenía que hacer y cómo. 
Tu hermana me ha ayudado mucho a sentirme bien y no derrumbarme, ya que venia acompañada de sus hijos Encarnita, Aurelio y Estrella  que nos han hecho que los días hayan sido más gratos,  hemos hecho terapia de grupo a través de la risa y de la tertulia alrededor de un  café y de una agenda que no nos ha dejado relajarnos, aunque nos han faltado días. Hemos estado más pendiente del rencuentro entre los primos, sus hijos y nietos que en hacer memoria de lo acontecido  en esta familia al principio de este verano, tan nefasto para todos.  Ha sido una visita de consuelo, he podido sentir la caricia grata de tu hermana, su protección y su afecto en sus palabras. Y el calor y  el afecto también de sus hijos. He descubierto aquellas cosas que me unen a mis primos, posiblemente por la carga genética o por la misma educación que recibimos de nuestras madres. Gestos de tu hermana, frases, dichos, te traían hasta mí. Las historias familiares contadas por ella, las fotos del pasado,….todo esto  también te han traído  al presente…. 
Hemos compartido con ella situaciones dolorosas familiares no reveladas por ti para no herir la tranquilidad en la que ella vive y con lo que tú sufrías en silencio, no eras amigas de divulgar ni compartir las tristezas, las sufrías en silencio o a lo más con tus hijos. Ella también ha rellenado lagunas de tu pasado, que por ser años difíciles, preferías obviar.









Como hubieses disfrutado  de ver a tus hijos  y tus nietos  de anfitriones.
Estuvimos en casa de Graci y de Encarnita donde también recibieron a tu hermana con todos los honores.La primera nos abrió su casa de la playa y se esmeró y esforzó en atendernos. Pudimos disfrutar de la orilla del mar, pero a mi se me hizo muy extraño y me dio rabia que no pudieras disfrutar con ellos.No pude mirar a mi tia paseando por  la orilla o sentada en su butaca leyendo "Los Cuentos de La Alambra", tu sombra planeaba más que nunca en esos momentos, sobre nosotros. 
A casa de Encarnita acudimos después de una misa celebrada en tu memoria, en la ermita de la cruz de la que tus nietos te hicieron hermana. Fue un acto íntimo donde, además de casi todos nosotros, nos acompañaron vecinas y devotas de la cruz de la Calle Sevilla. Coincidió con el cumpleaños de tu nieto Rogelio, el 1er cumpleaños después de tu partida, dónde por sorpresa para él, Alicia y Enrique se encargaron de que hubiese tarta, velas,  amigos y familiares que con alegría lo arroparon con cariño y le entonaron “cumpleaños feliz” a toque del tamboril mágico de Jorge, del que tanto presumías. La noche se desbordó  de emoción en ese momento  y  tu nieto de tu alma y muchos de los presentes no pudieron contener las lágrimas, te echaban de menos mamá. Ese sonido rociero, nos traía  el recuerdo de verte feliz entre nosotros en días de romerito o de Rocío, de domingo de Corpus o de cualquier evento familiar, donde la guitarra, la caja y el tamboril suenan con la alegría de los más jóvenes de esta familia.


 A pesar del jolgorio, las risas, el estruendo de los más pequeños, en nuestros corazones estaba presente tu vacío  y eso me apena enormemente, porque es ahí donde sufrimos también tu ausencia, en esos momentos  familiares de color  y alegría que te daban la vida. No se cuanto tiempo tardaremos en pensar en ti sin esta pena que nos desgarra el alma, como nos vamos a ir acostumbrando a la falta de tu presencia física en  los acontecimientos y  movidas  familiares, en la que tú sabes que son tan frecuentes por la cantidad de miembros que la componemos, que nos da para mucho y por la juventud que dirige ya esta saga que tú creaste. 





Dije adiós a tu hermana  y mientras el coche se alejaba, pensé correr tras el y agarrarme fuertemente a ella para no dejarla marchar. Con ella  de nuevo te marchabas tú....Aún me dura la resaca de este encuentro familiar, que pone fin al periodo vacacional.

Seguiré haciéndote justicia mamá. Esta saga familiar te echará siempre de menos.