sábado, 8 de septiembre de 2012

CARTA 14ª:" EN EL DÍA DE LAS GRACIAS, FELICIDADES MAMÁ"


Mamá:
Esta mañana desperté bien temprano, con las claras del día aún perezosas. La luna se ocultaba tras una neblina que nos anunciaba que el otoño se aproxima, y mi corazón presagiaba un mal día para mí, el primer  8 de septiembre sin ti. La mañana invitaba a retrasar el despertar  y acurrucada en la cama volví a dormirme. Me desperté  inquieta por  el sueño  donde te he visto llena de vida contándonos, como siempre hacías, como fue el día que naciste y como tu padre decidió  llamarte Gracia, como su madre, tu abuela, nuestra bisabuela Gracia, de la que tanto nos hablaste a lo largo de tu vida, en  un día tan familiar como el de hoy,  día de todas nuestras Gracias, tu santo mamá.
Mientras escribo, la tarde cae tristemente y se aproxima con temor para mí la hora del café. Hoy tendríamos la casa llena, habría  tarta y dulces  de los que te gustaban a ti, el teléfono hubiese sonado sin descanso, para felicitarte. Las risas y la tertulia estarían aseguradas. Nada  de eso sucede, solo hay quietud y silencio desgarrador que me  hace romper en lágrimas. No importa, estoy sola. La soledad de la tarde me va llevando a tu recuerdo y a como contabas tu propia historia, cada año, que ahora es la historia de todos los que formamos  esta familia

Contabas con tal riqueza de detalles y la entonación era tan perfecta, que parecía más un cuento de hadas que tu propia vida narrada. Recuerdo que contabas que  veías a tu padre, como él te contaba todos los años en tu cumpleaños, subiendo las cuestas del Albaicín, en Granada, en busca de su madre, para anunciarle el nacimiento de su nieta, que era ya la cuarta después de tres hijos varones nacidos, pero que no sobrevivieron.
-¡¡¡¡ Mamá, mamá!!!!,  que ya ha nacido , es una niña, una Gracita como tú!!!!!.Decías que pregonaba tu padre calle arriba, hasta llegar donde ella  vivía, en El Convento de Santa Isabel, donde  con su marido, tu abuelo Frasquito, eran los guardeses  de aquel  lugar santo.
Tu abuelo había sido encargado de unos  telares en Granada, pero a causa de una fuerte impresión, al quedar electrocutado uno de los empleados del telar, tubo una parálisis que lo dejo impedido en una silla de ruedas y fue en El Convento de Santa Isabel  dónde pudieron seguir ganándose la vida, en una España que aún estaba muy lejana de tener servicios, ayudas  y bienestar social. Recuerdo como el abuelo contaba, cómo era la vida de los obreros de aquella época, sin ningún tipo de ayudas, ni de pensiones. Eran sus hermanos y él, cuando ya se hicieron  mayores sus padres, los que se hicieron  cargo de ellos, atendiéndolos en todas sus necesidades, como  hacían todas las familias de aquella época.
Tú recordabas la casa de tu abuela, muy  humilde pero muy limpia, donde  brillaban los morteros, las fuentes o los platos de cobre a los que tu abuela sacaba brillo con el zumo de un limón. Dónde siempre había fruta fresca de los Cármenes de alrededor. Te encantaba, por la mañana temprano, desayunar higos fresquitos  que os cogía tu abuela de la higuera, que daba sombra al patio.. El bullir del agua de sus  fuentes puso  la música, a la banda sonora de tu infancia, sonido que nunca más volviste a escuchar con aquel brotar continuo  de las cumbres nevadas granadinas. El olor lo pusieron la hierba buena, la albahaca, la dama de noche, los celindos, las rosas de pitiminí, los jazmines que adornaban las tapias de los Cármenes. Te encantaba ir con tu padre  y tu hermano Aurelio o con tu tío Miguel, con el que jugabais envueltos los dos en su capa, a bajar las cuestas con los ojos cerrados.  Tus recuerdos de aquella Granada, de niña, eran  estos momentos familiares. Subir o bajar  las empinadas cuestas empedradas del  Albaicín, a orillas del Darro,  a los pies de la Alhambra, viendo correr el agua por los canales que bajaban desde Sierra Nevada, parándote en las fuentes  de los manantiales o beber el agua fresca del Avellano con un buen puñado de anises. Saborear aquellos barquillos de canela, dónde hacíais girar una ruleta no recuerdo muy bien cómo. Recordabas con agrado también, que os llenaran las manos de almendras o cacahuetes recién tostados. Los paseos de la mano de tus padres por El Salón, parando parar tomar una leche rizada en Bernina. Ir al cine y ver películas aún mudas o jugar en la plaza de Mariana Pineda próxima a la calle San Matías, donde vivíais. Tu colegio, tu abrigo blanco de piel. Tus dos negritos que tocaban los timbales, que escogiste  en una juguetería, dónde el dueño te dejo elegir lo que quisieras, en agradecimiento a tu padre, que le abrió el vagón del  mercancías, dónde  habían llegado los juguetes con retraso, en las vísperas de Los Reyes Magos y de los que tu madre siempre te reprochó que elegiste  lo más barato de aquella hermosa tienda, pero muy vistosos, según tu, porque adornaron vuestro salón durante años.
Como recordabas también la noche que os enterasteis que se proclamo el  gobierno de La República, recién nacida tu hermana Mary. Con  que ilusión soñabais que traería el progreso y la igualdad para todos. Recordabas también  como tu padre te mandaba  a correos a certificar las cartas de la agrupación socialista a la que pertenecía y cómo te gustaba ir allí a ver las representaciones teatrales  o a otros actos culturales que realizaban. Cómo conociste  a personajes de la vida política de la Granada de entonces y del gobierno republicano, como Don Fernando de los Rios   de la mano del abuelo, donde era vicesecretario general de  la agrupación socialista en Granada y secretario general de la agrupación sindical del gremio de  los ferroviarios. Todos los  gremios se agrupaban en la casa del pueblo granadina. De él  contabas una anécdota muy graciosa de como Don Fernando te saludo con un beso y te metió su barba en el ojo que se te puso lloroso y él te ofreció su pañuelo para que te limpiaras.
Todos aquellos buenos tiempos quedaron  atrás, tras estallar la Guerra Civil que  hizo que dejaras de ser niña para convertirte en una adolescente- mujer. Pero esa será otra historia, que quizás cuente otro día.





Hasta hace tan poco has  disfrutado  de un buen puñado de Gracias: Gracia Guerra, tu hija, mi hermana. Profesional incansable de la enseñanza, dónde va creciendo y dejando atrás una estela  generacional de alumnos/as, en su ya 35 años de servicio y que al día de hoy sigue luchando por su gremio, una escuela pública de calidad, de todos y para todos, por la sangre jacobina que lleva dentro, herencia de su abuelo, tu padre.  Gracia García tu nieta mayor con tu nombre, que le puso mi hermana Dory, su madre. La vida la meció en brazos hasta que esos brazos que la sostenían la dejaron caer duramente,sin esperarlo y de cuyo golpe lo único bueno que le quedó es su precioso hijo, Hugo . Hoy se repone de las heridas gracias a la ayuda incondicional de sus padres y a su dignidad como mujer. Heredó ella sola todo el arte en el baile de esta familia.   Gracia Rodríguez que bautizo mi hermana Gracia, e hija de mi hermana Encarnita. Ella heredó de ti tu espíritu maternal y la vocación de madre de familia incansable. Gracia Ávila quien le puso el nombre Ignacio, su padre, y al que siempre estuviste agradecida por este hecho. Ella heredó tu espíritu crítico  y el sentido de la justicia y la apariencia de mujer fuerte que se crece ante la adversidad, que tanto te caracterizaba. Gracia Pinto, mi hija, a la que en bendita hora le puse tu nombre, pues es la más parecida a ti en su físico y en su talante. Es de espíritu fuerte, con un gran sentido de la responsabilidad y el compromiso, que como en ti, en ella es innato.


Tus 5 Gracias y tú

Todas como vosotras dos, tu abuela y tú, mujeres de bandera que han sabido o van sabiendo luchar por la vida con inteligencia y con suficiente personalidad para vivir intensamente, campeando los temporales, entregadas a sus responsabilidades y triunfando en todo aquello que se proponen, su nombre las dejó marcadas. Tienen ese talismán.




Esta es tu historia por ti narrada siempre, en este día de celebración mariana. Hoy he sido yo la que pone voz a tu historia, para que sea conocida por aquellos de esta familia en años venideros, que deseen  conocer sus raíces, conociendo tu historia. Por los hijos, de los hijos, de tus hijos. FELICIDADES MAMÁ. FELICIDADES ABUELA GRACIA. Felicidades a todas y cada una de las mujeres de esta familia que tienen el privilegio de llevar tu nombre!!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario