Mamá:
Esta mañana
desperté bien temprano, con las claras del día aún perezosas. La luna se
ocultaba tras una neblina que nos anunciaba que el otoño se aproxima, y mi
corazón presagiaba un mal día para mí, el primer 8 de septiembre sin ti. La mañana invitaba a retrasar
el despertar y acurrucada en la cama
volví a dormirme. Me desperté inquieta
por el sueño donde te he visto llena de vida contándonos,
como siempre hacías, como fue el día que naciste y como tu padre decidió llamarte Gracia, como su madre, tu abuela,
nuestra bisabuela Gracia, de la que tanto nos hablaste a lo largo de tu vida,
en un día tan familiar como el de hoy, día de todas nuestras Gracias, tu santo mamá.
Mientras
escribo, la tarde cae tristemente y se aproxima con temor para mí la hora del
café. Hoy tendríamos la casa llena, habría tarta y dulces de los que te gustaban a ti, el teléfono
hubiese sonado sin descanso, para felicitarte. Las risas y la tertulia estarían
aseguradas. Nada de eso sucede, solo hay
quietud y silencio desgarrador que me hace romper en lágrimas. No importa, estoy
sola. La soledad de la tarde me va llevando a tu recuerdo y a como contabas tu
propia historia, cada año, que ahora es la historia de todos los que formamos esta familia
Contabas
con tal riqueza de detalles y la entonación era tan perfecta, que parecía más
un cuento de hadas que tu propia vida narrada. Recuerdo que contabas que veías a tu padre, como él te contaba todos los
años en tu cumpleaños, subiendo las cuestas del Albaicín, en Granada, en busca
de su madre, para anunciarle el nacimiento de su nieta, que era ya la cuarta después
de tres hijos varones nacidos, pero que no sobrevivieron.
-¡¡¡¡
Mamá, mamá!!!!, que ya ha nacido , es
una niña, una Gracita como tú!!!!!.Decías que pregonaba tu padre calle arriba,
hasta llegar donde ella vivía, en El Convento
de Santa Isabel, donde con su marido, tu
abuelo Frasquito, eran los guardeses de
aquel lugar santo.
Tu
abuelo había sido encargado de unos telares en Granada, pero a causa de una fuerte
impresión, al quedar electrocutado uno de los empleados del telar, tubo una parálisis
que lo dejo impedido en una silla de ruedas y fue en El Convento de Santa
Isabel dónde pudieron seguir ganándose la
vida, en una España que aún estaba muy lejana de tener servicios, ayudas y bienestar social. Recuerdo como el abuelo
contaba, cómo era la vida de los obreros de aquella época, sin ningún tipo de
ayudas, ni de pensiones. Eran sus hermanos y él, cuando ya se hicieron mayores sus padres, los que se hicieron cargo de ellos, atendiéndolos en todas sus
necesidades, como hacían todas las familias
de aquella época.
Tú
recordabas la casa de tu abuela, muy
humilde pero muy limpia, donde brillaban los morteros, las fuentes o los
platos de cobre a los que tu abuela sacaba brillo con el zumo de un limón. Dónde
siempre había fruta fresca de los Cármenes de alrededor. Te encantaba, por la
mañana temprano, desayunar higos fresquitos que os cogía tu abuela de la higuera, que daba sombra al
patio.. El bullir del agua de sus fuentes puso la música, a la banda sonora de tu infancia, sonido que nunca más volviste a escuchar con aquel brotar continuo de las cumbres nevadas granadinas. El olor lo
pusieron la hierba buena, la albahaca, la dama de noche, los celindos, las
rosas de pitiminí, los jazmines que adornaban las tapias de los Cármenes. Te
encantaba ir con tu padre y tu hermano
Aurelio o con tu tío Miguel, con el que jugabais envueltos los dos en su capa,
a bajar las cuestas con los ojos cerrados. Tus recuerdos de aquella Granada, de niña, eran
estos momentos familiares. Subir o bajar
las empinadas cuestas empedradas del Albaicín, a orillas del Darro, a los pies de la Alhambra, viendo correr el
agua por los canales que bajaban desde Sierra Nevada, parándote en las fuentes de los manantiales o beber el agua fresca del
Avellano con un buen puñado de anises. Saborear aquellos barquillos de canela,
dónde hacíais girar una ruleta no recuerdo muy bien cómo. Recordabas con agrado también, que os llenaran
las manos de almendras o cacahuetes recién tostados. Los paseos de la mano de
tus padres por El Salón, parando parar tomar una leche rizada en Bernina. Ir al
cine y ver películas aún mudas o jugar en la plaza de Mariana Pineda próxima a
la calle San Matías, donde vivíais. Tu colegio, tu abrigo blanco de piel. Tus
dos negritos que tocaban los timbales, que escogiste en una juguetería, dónde el dueño te dejo
elegir lo que quisieras, en agradecimiento a tu padre, que le abrió el vagón
del mercancías, dónde habían llegado los juguetes con retraso, en
las vísperas de Los Reyes Magos y de los que tu madre siempre te reprochó que elegiste lo más barato de aquella hermosa tienda, pero muy vistosos, según tu,
porque adornaron vuestro salón durante años.
Como
recordabas también la noche que os enterasteis que se proclamo el gobierno de La República, recién nacida tu
hermana Mary. Con que ilusión soñabais
que traería el progreso y la igualdad para todos. Recordabas también como tu padre te mandaba a correos a certificar las cartas de la
agrupación socialista a la que pertenecía y cómo te gustaba ir allí a ver las
representaciones teatrales o a otros
actos culturales que realizaban. Cómo conociste a personajes de la vida política de la Granada
de entonces y del gobierno republicano, como Don Fernando de los Rios de la
mano del abuelo, donde era vicesecretario general de la agrupación socialista en Granada y
secretario general de la agrupación sindical del gremio de los ferroviarios. Todos los gremios se agrupaban en la casa del pueblo
granadina. De él contabas una anécdota muy
graciosa de como Don Fernando te saludo con un beso y te metió su barba en el
ojo que se te puso lloroso y él te ofreció su pañuelo para que te limpiaras.
Todos
aquellos buenos tiempos quedaron atrás, tras
estallar la Guerra Civil que hizo que
dejaras de ser niña para convertirte en una adolescente- mujer. Pero esa será
otra historia, que quizás cuente otro día.
Hasta
hace tan poco has disfrutado de un buen puñado de Gracias: Gracia Guerra,
tu hija, mi hermana. Profesional incansable de la enseñanza, dónde va creciendo
y dejando atrás una estela generacional
de alumnos/as, en su ya 35 años de servicio y que al día de hoy sigue luchando
por su gremio, una escuela pública de calidad, de todos y para todos, por la sangre
jacobina que lleva dentro, herencia de su abuelo, tu padre. Gracia García tu nieta mayor con tu nombre,
que le puso mi hermana Dory, su madre. La vida la meció en brazos hasta que
esos brazos que la sostenían la dejaron caer duramente,sin esperarlo y de cuyo golpe lo único bueno que le quedó es su precioso hijo, Hugo . Hoy se repone de las heridas gracias a la ayuda
incondicional de sus padres y a su dignidad como mujer. Heredó ella sola todo
el arte en el baile de esta familia. Gracia Rodríguez que bautizo mi hermana Gracia,
e hija de mi hermana Encarnita. Ella heredó de ti tu espíritu maternal y la vocación
de madre de familia incansable. Gracia Ávila quien le puso el nombre Ignacio,
su padre, y al que siempre estuviste agradecida por este hecho. Ella heredó tu espíritu
crítico y el sentido de la justicia y la apariencia de mujer fuerte que se crece ante la adversidad, que
tanto te caracterizaba. Gracia Pinto, mi hija, a la que en bendita hora le puse
tu nombre, pues es la más parecida a ti en su físico y en su talante. Es de
espíritu fuerte, con un gran sentido de la responsabilidad y el compromiso, que
como en ti, en ella es innato.
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Tus 5 Gracias y tú |
Todas
como vosotras dos, tu abuela y tú, mujeres de bandera que han sabido o van
sabiendo luchar por la vida con inteligencia y con suficiente personalidad para
vivir intensamente, campeando los temporales, entregadas a sus responsabilidades
y triunfando en todo aquello que se proponen, su nombre las dejó marcadas.
Tienen ese talismán.
Esta es
tu historia por ti narrada siempre, en este día de celebración mariana. Hoy he
sido yo la que pone voz a tu historia, para que sea conocida por aquellos de
esta familia en años venideros, que deseen
conocer sus raíces, conociendo tu historia. Por los hijos, de los hijos,
de tus hijos. FELICIDADES MAMÁ. FELICIDADES ABUELA GRACIA. Felicidades a todas y cada una de las mujeres de esta familia que tienen el privilegio de llevar tu nombre!!.